lunes, 17 de junio de 2013

DEVOLUCION TP 4 A


Muy bien en general, hay aportes muy interesantes, se podría decir que levantaron la puntería.

En principio varios muestran una posición “confiada” y poco crítica sobre las nuevas tecnologías y su relación con la productividad y el desarrollo. Aldana Abadie, Noelia Agustine, Victoria Escalada, Nicolas Dominguez señalan que el correcto uso de las tecnologías es casi primordial para cualquier trabajo y que con el plan C-I hay inversión en capital humano por aumento de competencias tecnológicas. Hernan Kasprzycki señala que achica la brecha digital y la distancia social que existe entre aquellos que acceden más fácil y a más temprana edad a las TICs, generando a través de la inversión la posibilidad del desarrollo de nuevas capacidades en el alumnado que recibe las Net.

Quizás habría que agregar algo que nadie mencionó y puede ser importante: que no se trata solamente de “competencias” informáticas sino que también puede representar un estímulo para incrementar la terminalidad educativa de nivel medio y esto sí puede tener un efecto  decisivo para estar dentro o fuera del mercado laboral.

Después hay planteos con diversos grados de problematización.

CONSTANZA MORENO FRADE directamente impugna la mercantilización de las personas que hay por detrás de este tipo de conceptos (capital humano) y aunque no se anima a decirlo, también políticas públicas como el PC-I. Es un tema complicado: para los sectores más vulnerables o excluidos, entrar en la mercantilización ya es un avance, por ejemplo.

Eliana Vargas García se pregunta si será que la relación educación y trabajo tiene más peso en la aplicación de algunas políticas educativas que sobre otras ya que no hay la misma inversión en infraestructura educativa, etc. Es relativo, porque como todo el mundo sabe, también se incrementó del 3 al 6 por ciento del PBI el presupuesto educativo. Claramente el PC-I no se hace a expensas de otro tipo de inversiones.

Después aparecen una serie de críticas en las entrevistas. Yamila Ojeda menciona que
la mayoría de los profesores no están debidamente capacitados para la utilización de las netbooks y por lo tanto no pueden utilizarlas al 100% lo que resiente la inversión en capital humano que no es aprovechada plenamente. Un Anónimo dice que esta inversión de capital cultural, será positivo para el alumno, siempre y cuando se llegue a utilizar correctamente las netbooks, (al estar capacitados los docentes) para que puedan apropiarse de estas herramientas.  Jimena y varios otros cuentan que los alumnos no creen que se mejoren sus posibilidades laborales ya sea por la poca utilización dada en los ámbitos educativos (poca preparación de los docentes, rotura de netbook o falta de ellas) o por la falta de infraestructura de muchos establecimientos educativos.

Paula Vello señala con acierto que la “informatización” es parte de ese imaginario que cobró gran fuerza en la década de los 90 y detecta que las respuestas de los alumnos entrevistados son bastante dispares en cuanto a su efecto sobre las oportunidades laborales: que no ayudará en nada, que si contribuirá  y que “podría” ayudar.

Pilar Briguez introduce una variable individual típicamente meritocrática: no por el hecho de que se entreguen millones de netbooks a los estudiantes éstos van a tener mayores oportunidades laborales en un futuro, ya que muchos estudiantes pueden no sacarle provecho a esta herramienta. Por supuesto que el aprovechamiento citado es difícil analizarlo en términos estrictamente individuales: los alumnos van a aprovechar o no los elementos que le procure la escuela y los profesores, ya que el autoaprendizaje es siempre un factor de corto alcance.

Por último hay un grupo de aportes que señala aspectos contradictorios de la inversión en capital educativo y tecnología de la información. Roberto recuerda con perspicacia que el capital humano es “alquilable” pero no “comprable” y esto entra en juego en el plan C.I. ya que el rol del Estado es el de aportar el capital para abreviar la distancia social entre los que acceden a la tecnología por sus medios y los que no pueden acceder a ella. Así el sector privado sin invertir puede disponer de trabajadores calificados en el uso de TICs en el futuro. Pero el uso de los lenguajes informáticos se va convirtiendo en un requisito de base y es bueno que muchos lo cumplan, pero que  devalúa ese saber lo que quiere decir que  se va a  requerir algo más en el mercado de trabajo, dañando como siempre a los sectores más desfavorecidos. Es decir, el PC-I genera una base competitiva más amplia de calificaciones mínimas en el mercado de trabajo incorporando a la competencia por los puestos de trabajo a los sectores más desfavorecidos, pero eso no significa que el Plan resuelva el tema del empleo porque la selectividad del mercado puede utilizar criterios de discriminación adicionales.

También señala que el plan puede en sí erosionar el sistema meritocrático por ser universal  pero no hará mella en el emergente sistema parentocrático. Acá hay que aclarar que existe un incentivo meritocratico en el Plan: la NB se la dan a quien termine y que lógicamente combatir el sistema parentocrático no está entre los objetivos del plan.

Pablo Taborda también señala con acierto que hasta el sector privado en su conjunto podrá gozar de futuros trabajadores calificados en herramientas tecnológicas sin haber invertido capital económico alguno y que en palabras de Van Zanten, el Plan C-I ayudará en el sistema meritocrático, creando en algunos casos mejoras en sus calificaciones, pero sin tener acción directa en el sistema parentocrático, puesto que en ese escenario se seguirán marcando diferencias de clases o de sectores.
Romina Mamani también recuerda que "el poder meritocrático de la escuela se debilita porque las recompensas escolares no rinden las mismas recompensas profesionales y sociales que en el pasado" y que el PC I no puede revertir este problema.

Finalmente Laura, Valeria Kravchuk, Nadia Taborski, Bárbara Cerrillo se limitan a señalar si los alumnos esperan o no mejorar oportunidades de empleo, y apenas usan los conceptos para analizar lo que dicen los alumnos sin aportar nada significativo.

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