miércoles, 22 de mayo de 2019

Texto de apoyo y TP unidad 4 parte A

Las relaciones promiscuas entre economía y educación

Dentro de la investigación económica, el papel de la educación ha dado una especie de giro copernicano desde mediados de los años ’60. Hasta ese momento, la economía dominante  se mostraba relativamente indiferente ante los problemas educativos. La gran expansión educativa producto de las generaciones jóvenes en Europa y EEUU (baby boomers) que crecieron aceleradamente después de la II Guerra, era encarada con un enfoque predominante de gasto o costo presupuestario y fiscal. Así, las necesidades educativas eran tomadas como una variable demográfica y una necesidad cultural que se imponía a la economía desde fuera de la misma.  El problema se reducía entonces a cómo y quienes debían poner cuantos recursos para satisfacer estas novedosas demandas y necesidades.

Para algunos, era antieconómico financiar infinitamente las expectativas educativas crecientes de la población, para otros (en europa) era el Estado de Bienestar quien tenía que aumentar los recursos fiscales para proveer servicios educativos universales, y para los americanos eran los particulares (las familias)los que debían enfrentar el grueso de la carga de estas expectativas.

De la mano de algunos investigadores que aplicaron los métodos de la economía neoclásica a principios de los ‘60, tratando la educación como un bien mercantilizado aparece por primera vez la idea del significado puramente económico de la formación educactiva de la población.

En vez de aceptarse como un gasto generado por  una necesidad fundamentalmente extraeconómica, los economistas americanos (fundamentalmente Schultz y luego el premio nobel Gary Becker) intentaron demostrar que lejos de constituir un gasto, el incremento de los niveles de capacidades educativas de la población era una “inversión” que tenía un importante recupero futuro y no un gasto o un costo. Estos planteos abandonan la radical distinción fundante de toda la teoría económica anterior a saber: que todo gasto puede ser por consumo o por inversión rígidamente separados. Mientras los bienes de consumo producen satisfacción de los hombres y sus necesidades y desaparecen con su uso,   los bienes de inversión (máquinas, equipos, tecnología) no producen satisfacción pero incrementan la capacidad o rendimiento productivo. La educación que antes aparecía siempre como un “consumo” que respondía a satisfacer necesidades y demandas de los hombres, ahora aparece también como “inversión” ya que incrementa las capacidades productivas,  la eficiencia de la economía, y junto con ellas mejora los rendimientos y los ingresos tanto individuales como del conjunto de la sociedad.

Para enfrentar tradiciones teóricas muy arraigadas apelaron a una denominación francamente (es un juicio personal) “espeluznante”: la teoría del “Capital Humano”. Para ellos, los gastos en todas aquellas cosas que aumenten la capacidad y el rendimiento productivo esperado de una persona o de una población deben ser tratados como “capital”.

Desde ya el Capital humano no se restringe a la educación, aunque en la divulgación y popularización de la teoría así haya quedado arraigado. La salud (que abarca hasta una alimentación adecuada), y los costos de movilidad de la fuerza de trabajo (facilidades de migración), la capacitación en el empleo, son considerados factores importantes de acumulación de capital humano. Según Schultz, que analizó diversos países de Europa y Asia en comparación con EEUU, el Capital humano constituye una variable explicativa muy importante del crecimiento económico. Tanto o más gravitante que la dotación de recursos naturales, o la inversión en capital físico. La educación es descripta como un capital que mezcla la posibilidad de aumentar la capacidad productiva con la satisfacción de necesidades culturales o simbólicas. El análisis de la experiencia del extraordinario crecimiento de los países llamados NICs (New Industrial Countries) en Asia (Malasia, Taiwan, Singapur, Corea del Sur, y otros) quienes realizaron extraordinarias inversiones en la infraestructura y en el crecimiento de los niveles educativos de la población, parecía reforzar la idea de que efectivamente la dotación de capital educativo era un vector importante para el desarrollo.

El primer problema de estas teorías en sus aplicaciones de política económica era ¿quién debe invertir en educación o más ampliamente en el capital humano?, ¿quién debe sufragar y correr los riesgos de sufragar los gastos de la inversión toda vez que sus rendimientos no son inmediatos sino de mediano y sobre todo largo plazo?. 

Es claro que en una sociedad de libremercado capitalista, el capital tiene que tener un rendimiento y el beneficiario de este rendimiento es quien afronta los gastos y riesgos de invertir en él. Sin embargo, estos economistas se encontraron con una brutal diferencia entre la inversión en una máquina o una patente tecnológica y en capacitar o formar a los empleados: mientras el rendimiento de la máquina estaba bajo su control, el rendimiento adicional de la persona quedaba bajo control de la persona, no podía ser apropiado. En efecto, a diferencia del capital físico que está sujeto a las leyes de la propiedad y el mercado, el capital humano y educativo es una propiedad intransferible del beneficiario: la capacitación que el capitalista paga puede ser aprovechada por otro capitalista que tiente al trabajador calificado a dejar la empresa que lo capacitó.  El capital humano en el mejor de los casos puede “alquilarse” pero nunca comprarse o venderse. Así, la primera consecuencia es que no va a haber inversión de los capitalistas en capital humano porque no hay seguridades sobre su control. Sólo los particulares interesados y los gobiernos que piensan no en una rentabilidad particular sino en un beneficio general pueden ser interesados en invertir en capital humano.

Así, la inversión privada en capital educativo es la que realizan las mismas personas particulares. Esta inversión es de dos clases: por un lado y menos importante es la inversión en los costos directos de estudiar (matrículas, viáticos, apuntes, etc.). Está demostrado que los costos directos de estudiar no son determinantes en la decisión de terminar o no un nivel educativo.  Por otro lado y más importante es lo que dejan de percibir por estudiar en vez de trabajar por un salario. Este último componente de la inversión educativa individual se denomina “costo de oportunidad”.

La investigación económica y las estadísticas demuestran que esta inversión es rentable para los individuos: con las nuevas calificaciones y acreditaciones educativas obtenidas las diferencias de ingresos futuros son mayores y compensan de manera visible el gasto de inversión realizado tanto directo como el de “costo de oportunidad”. Así, las remuneraciones de los niveles educativos más altos son también más altas y los mayores títulos permiten acceder a los mejores empleos.

La inversión individual en educación tiene entonces una “tasa interna de retorno”, es decir, un beneficio que se obtiene merced a una inserción laboral y diferencias de ingresos atribuibles a los mayores niveles educativos obtenidos.

Como mencioné antes, también hay un interés colectivo en la inversión educativa. Los gobiernos son interesados en invertir en educación por lo que se llama el retorno o rendimiento social de la educación: aumenta la competitividad global de la economía, se atrae mayor inversión productiva, aumenta la integración social, se disminuyen la desigualdad, etc.

En la década del ’90 estas teorías conocieron una difusión extraordinaria hasta incorporarse al lenguaje político y cotidiano. Con el advenimiento y generalización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y la apertura de nuevos territorios científico tecnológicos (biotecnología, nuevos materiales, genética, etc.) la enfatización en la educación como fuerza fundamental del desarrollo resultaba irresistible. 

El “capital humano” es uno de los fetiches de la globalización. De la mano de la idea archidifundida de la “sociedad del conocimiento y los servicios”, que ubicaban el saber técnico y la capacidad de innovación como las fuerzas motrices novedosas del capitalismo global, la educación se convirtió en la “vedette” de la política económica. Había que incorporarse al mundo desarrollado, a la tecnología avanzada y explotar sus posibilidades merced una política agresiva de mejoramiento cuantitativo y cualitativo de la dotación de capital educativo de la población. Así todos los países se embarcaron en todo tipo de reformas que apuntaban a preservar y acrecentar el nivel del capital educativo de sus poblaciones. Como veremos más adelante en las últimas unidades, A. Latina y la Argentina no fueron la excepción.

Las críticas: el fin del mito

La teoría del capital humano está tan difundida hoy día que se ha convertido casi en el sentido común de casi todo el mundo. Nada hay más esperanzador que depositar en el esfuerzo individual y colectivo de mejora y desarrollo intelectual como medio de obtener bienestar material.

Sin embargo, muchos importantes investigadores descubrieron las falacias o serias limitaciones de esta teoría y sus fundamentos. Una de las primeras fue la llamada teoría del “credencialismo”  o la inflación de acreditaciones educativas desarrollada por R. Dore quien no tuvo prurito en bautizarla “la enfermedad del diploma”. El vertiginoso ritmo del cambio técnico y científico produce una permanente obsolescencia de las calificaciones educativas conseguidas en el pasado con su consiguiente devaluación y por tanto una predisposición permanente de la población a evitarla aumentando permanentemente su capital educativo alcanzando nuevas acreditaciones. El “credencialismo” implica la continua expansión de la demanda de educación y la continua devaluación de los títulos y acreditaciones anteriores, que limitan el retorno esperado de la inversión educativa. En la medida que se masifican las ofertas de trabajadores con altas calificaciones, aumenta la competencia entre ellos y se abaratan los salarios ofrecidos. La obtención de las diferencias salariales cada vez requieren mayores inversiones educativas por lo que solamente sectores más reducidos de la población pueden afrontarlas, generando una tendencia a monopolizar los mejores empleos.

Más importante fueron los descubrimientos de M. Blaug, respecto de la disparidad entre el rendimiento individual de la inversión educativa (mejores remuneraciones) y el rendimiento social (supuesta mayor productividad global). Blaug descubrió que es mentira que el incremento de capital educativo de una población genere aumentos en la productividad y competitividad social global de la misma. En efecto, en EEUU mismo el período de auge de los niveles educativos superiores coincidieron con fases de crecimiento débil o estancamiento en los indicadores de productividad y competitividad de la economía. Una vez más el provecho individual no supone provecho social. Blaug instaló como explicación la llamada teoría de las “señales”: no es que los empleadores esperen que incorporando personal más capacitado o educado aumenten su productividad y eficiencia productiva (cosa que tampoco es nítida aun en estudios de empresas) sino que simplemente utilizan los títulos alcanzados como signos de que el personal a incorporar posee determinadas características como “constancia en el esfuerzo”, “sometimiento a examenes”, “responsabilidad”, “capacidad de aprender”, etc. que no necesariamente se relacionan con un aumento efectivo de rendimiento en la tarea. Blaug investigó la cobertura de cargos gerenciales en algunas empresas y comprobó que efectivamente los títulos tienen poco que ver con el rendimiento efectivo en el trabajo, a pesar de lo cual las empresas los utilizan como criterio importante de decisión al incorporar personal. En este sentido, las conclusiones de Blaug son realmente pesimistas porque el crecimiento de las acreditaciones de la población lo único que hace es introducir índices de selectividad mayores favorables a quienes pudieron y tuvieron la  posibilidad de realizar mayores inversiones educativas, y ello sin beneficio tangible para el conjunto de la sociedad y del funcionamiento productivo de la economía.

Por último se encuentran las críticas de orientación marxista como la de M. Carnoy en el sentido de que la dinámica de acumulación de capital es contradictoria y produce resultados con crisis recurrentes que alcanzan a la valorización de las acreditaciones educativas.  En este esquema explicativo, las crisis cíclicas del capitalismo producen un sobreexceso de capital educativo y calificaciones disponibles en la población. Contrariamente a lo que se cree el capitalismo de libremercado está muy lejos de asignar de manera racional y óptima los recursos educativos disponibles sino que los subutiliza de manera recurrente.  Carnoy descubre el fenómeno de la “sobreeducación” en el sentido de que el capitalismo utiliza sistemáticamente menos calificaciones que las disponibles en el mercado.  Utilizando la terminología de otro economista, L. Thurow,  el fenómeno de la sobreeducación, da lugar a lo que denominó “efecto fila” para explicar las ventajas individuales de la acumulación de capital educativo: lejos de generar empleo o mejorar los ingresos de la población, el aumento individual de las acreditaciones educativas permite alterar el orden en la fila de desempleados: siempre van a aumentar la probabilidad de conseguir empleo pero no por la expectativa de aumentar el rendimiento productivo de la empresa sino simplemente porque ante la posibilidad de elegir, la empresa elige a aquellos que ofrecen mayor capital educativo aunque no vaya a ser utilizado en el proceso de trabajo mismo. Es decir, el “efecto fila” supone que la inversión educativa simplemente facilita la selección de personal de las empresas aún a costa de subutilizarla. El ejemplo más obvio es el de las estaciones de servicio o los servicios de delivery, mensajería, etc. que exigen secundario completo para despachar combustible o manejar una moto. También es muy común que empresas importantes exijan estudios universitarios para simples empleos administrativos descualificados. En ninguno de estos casos, el aumento de las calificaciones educativas implica mejoras en el rendimiento o productividad del trabajo.

Van Zanten introduce un tema que es constitutivo de la escuela del capitalismo democrático: la meritocracia, y cómo ha mutado la institución escolar en las últimas décadas al respecto. El mito del mérito requiere igualdad de oportunidades y neutralidad en la valoración de la utilidad social y las contribuciones de cada individuo al bien colectivo, cosa que nunca se ha cumplido históricamente, pero sobre lo que la escuela sostiene su legitimidad. La escuela es presentada como administradora de méritos "neutral" y autónoma, ocultando su secreta servidumbre de las elites y las clases poderosas.

Pero esto pudo sostenerse firmemente mientras la sociedad de bienestar era exitosa en los gloriosos 30 años del capitalismo de posguerra. A lo largo de los años 80 y 90 la escuela cambió su impacto en la estructura ocupacional y el mercado de trabajo, mutó su organización interna y su inserción política, y trastocó la relación con las distintas clases y sectores sociales.
En 1er. lugar la inflación de títulos los desvaloriza y por tanto hay un desfase entre recompensa escolar y recompensa laboral y económica.
En 2do lugar, las empresas valoran contenidos y habilidades no escolarizables como actitudes, modales, estilos de vida que no se aprenden en las instituciones. La formación escolar cada vez interviene menos en la selección laboral y los conocimientos y modos de conducta tradicionalmente impartidos pierden espacio frente al "capital social" dominado por otros agentes pedagógicos no escolares: medios de comunicación, industria del entretenimiento, publicidad y consumo, moda, clubes elitistas, grupos de afinidades por estilos de vida y consumo, etc.
En 3er. lugar, la descentralización de la gestión burocrática unificada que se desplaza por las instancias regionales y locales, generó múltiples fuerzas y niveles de decisión que introducen desorientación, confusión y la ausencia de un comando y una dirección  de avance unificada. Esto se  agudiza por las presiones supranacionales (Banco Mundial, bloques regionales, UNESCO) y por la desvalorización social del docente. Debilitadas las autoridades, las normas de mérito son así soliviantadas y confusas sin agentes que las sostengan con continuidad y energía.
En 4to. lugar, la masificación de los niveles primario y medio redunda en una mayor tensión entre los modelos de conducta y expectativas de las clases populares y el modelo escolar establecido generando toda clase de conflicto. En muchas escuelas los alumnos de clases populares logran una suerte de poder de veto sobre las normas escolares y, sobre todo, para evitar un fracaso escolar generalizado, se relajan completamente las normas de exigencia y evaluación.
En 5to. lugar las clases altas y medio altas incrementan su capacidad de influencia directa sobre instituciones y decisiones educativas de los directivos y docentes, avasallando también criterios meritocráticos ("colonización" de la escuela, "parentocracia").

Economía y Educación en la Argentina. La desocupación,  los cambios en la estructura social y sus relaciones con la educación.

Como es sabido, la crisis de la “matriz estadocéntrica” y del capitalismo protegido de mediados de los ’70 (el llamado “rodrigazo” de junio de 1975, fue el preaviso) fue llevando hacia fines de los ’80 a dos procesos vinculados: la hiperinflación y el endeudamiento externo. Hasta ese momento, la economía argentina se caracterizaba por un mercado de trabajo algo estancado pero con bajas tasas de desocupación (4-5%) que era capaz de absorber incluso un módico flujo de  inmigración de países limítrofes. Luego de etapas expansivas y oscilantes durante los 60 en materia de salarios, con las políticas neoliberales ensayadas por la dictadura militar, el salario real sufre una severa contracción, abriendo un tendencia que no se revertiría con el retorno de la democracia en 1983. Especialmente afectados resultaban los trabajadores industriales afectados además por un proceso profundo de cierre de fábricas y precarización del trabajo, pero también amplios sectores del empleo público como los docentes y los trabajadores de la salud, empleados de las otrora poderosas empresas de servicios públicos (ENTEL, YPF, Gas del Estado, O.Sanitarias, etc.).

La combinación de caídas de salarios con alta inflación dio por tierra hacia fines de los ’80 con la visión de una fuerte clase media en la argentina asociada, durante muchas décadas, en el imaginario colectivo con la movilidad social ascendente, introduciendo en el vocabulario sociológico - en cierta medida vulgarizado por los medios de comunicación -  una nueva categoría social: “los nuevos pobres” para diferenciarlos de los pobres estructurales. La nueva pobreza aludía a una situación ciertamente atípica desde el punto de vista conceptual, pero que las estadísticas de la Encuesta de Hogares del INDEC venían mostrando cada vez más frecuente: se refería a aquellas personas que teniendo un patrimonio, un estilo de vida y unas calificaciones educativas medias o altas, carecían de ingresos monetarios suficientes para superar la llamada línea de pobreza (es decir, el gasto social del consumo mínimo en todos los rubros para una familia tipo de un matrimonio con dos hijos uno en la escuela primaria, y otro en la secundaria). Así, el nuevo pobre era alguien que habiendo obtenido por sí o por herencia un cierto patrimonio (casa, auto, electrodomésticos, etc.), un cierto capital educativo y simbólico (nivel educativo, capacitación profesional, cultural general)  y un cierto capital social (redes de amigos, grupos de pertenencia, clubes, etc.) no lograba obtener ingresos reales para afrontar los gastos corrientes de un estándar de vida mínimo. El motivo más frecuente de esta situación de inconsistencia entre capital social familiar acumulado e ingresos reales familiares era la pérdida de la estabilidad en el empleo, y/o la degradación  de los salarios de los jefes de hogar, producto de la inflación y las crisis recesivas.

Así, los aumentos de la pobreza provenían tanto por la ampliación de la pobreza estructural (los pobres por ingresos cuyo capital social acumulado también es pobre) como de la movilidad social descendente de varios segmentos de los estratos medios.
En la década del ’90, las políticas neoliberales al principio exitosas en términos de estabilidad de precios y salarios, no tardaron en agudizar los problemas del empleo. La desocupación aumentó mucho a partir de 1993 cuando trepa al 9% y se hace francamente endémica y poco manejable con la recesión que siguió a la crisis del “efecto Tequila” en 1995, superando entonces el 18%. En la fase inicial exitosa del Plan de Convertibilidad (1991-1994) la pérdida de puestos de trabajo  por la llamada “reconversión industrial” y sobre todo por el achicamiento del estado y las privatizaciones, fue compensado por la expansión del sector de comercio, finanzas y servicios. Pero cuando la crisis se generalizó  terminó alcanzando a casi todas las ramas y sectores de la economía.

Ahora bien, ¿cuál fue el comportamiento de la población en materia educativa?: lejos de desanimarse por el desempleo, la precariedad laboral y los bajos salarios, el esfuerzo educativo de la población se reforzó: tanto los niveles medios, pero sobre todo la educación superior y universitaria gozaron de un espectacular proceso de expansión. Como aparece detallado en mi texto, las cantidades de ingresantes, cursantes y egresados, en la década del ’90 tienen un importante incremento que excede el crecimiento vegetativo de la población.

Es interesante entonces el contraste con lo ocurrido en las décadas del 50 y el 60 donde también se desarrollaron fuertes tendencias al aumento de los niveles de instrucción formal de la población. Mientras que en aquellos momentos la obtención de capital educativo se relacionaba con un mercado de trabajo expansivo y mejores oportunidades de inserción laboral y salarios (“efecto escalera” de ascenso social) ahora, en los ’90 el aumento del capital educativo se vinculaba a evitar la pérdida de posiciones o un empeoramiento de la situación sociocupacional (el “efecto paracaídas” que menciona Filmus).

La estructura social y ocupacional que dejaban las políticas neoliberales no permitían aprovechar el enorme impulso educativo de la población: no solamente se destruían empleos sino que tendían a destrurirse los más calificados. Así la tasa de desocupación de los niveles educativos superiores aunque más bajas que los niveles educativos inferiores, se deterioraba a un ritmo mucho mayor, lo que significaba que los principales damnificados en el mercado laboral bajo las nuevas condiciones eran los de mayores niveles educativos. En efecto, la apertura de la economía había ocasionado un proceso de importación de bienes de capital (equipamiento, maquinaria, insumos, repuestos) de alto valor agregado, que destruyó los puestos de trabajo locales de mayor nivel de calificación. El caso de los ingenieros industriales fue algo típico de aquel momento, ahora por suerte se está reviertiendo. Los sectores que más ganaban en los ’90, la exportación de materias primas, y de bienes industriales de bajo nivel de valor agregado (“comodities”) no generaban puestos de trabajo de alta calificación, por lo que la sobreabundancia de oferta de profesionales terminó elevando su tasa de desocupación a niveles insólitos (12 %) comparando internacionalmente. Ello ocasionó entre el 2000 y el 2002 la avalancha de jóvenes en los consulados de países europeos y EEUU para emigrar.

Es especialmente pertinente para interpretar estas tendencias los fenómenos de sobreeducación (Carnoy) por los cuales no solamente hay población altamente calificada que no consigue empleo (subutilización absoluta de capital educativo) sino también que esta población consigue empleos de bajos niveles de complejidad de la tarea y en condiciones precarias (subutilización relativa del capital educativo).  Es decir, producto de la sobreabundancia de altos niveles educativos, los empleadores ocupan los escasos puestos de trabajo que se generan aumentando la selectividad sobre los postulantes sobre la base de criterios educativos que no están nada relacionados con la complejidad o nivel de calificación de las tareas del puesto de trabajo. Ello genera, el llamado “efecto fila” ya explicado en la clase anterior: los títulos más altos no sirven para conseguir empleos adecuados en términos de calificación profesional del puesto,  sino solo para aumentar las chances de acceder a empleos no calificados o poco calificados, en condiciones precarias y con bajos niveles de ingresos.

En estas condiciones se genera un círculo vicioso autodestructivo: la desesperación por evitar perder posiciones en el mercado laboral lleva a la gente a aumentar su esfuerzo en obtener capital educativo, lo que lleva a aumentar el nivel de selectividad del mercado laboral, lo que aumenta de nuevo la propensión a incrementar el nivel educativo. Por supuesto, finalmente aquellos que no pueden sostener el esfuerzo de inversión en aumento del capital educativo (los más pobres) son los grandes perdedores de esta espiral autodestructiva, puesto que son desplazados del mercado de trabajo por los más educados, aún cuando los puestos de trabajo no exijan elevados niveles de calificación y educación.

Con el crecimiento de la economía desde fines del 2002 y el cambio de políticas económicas, el incremento de la protección sobre la producción local, el aumento del gasto público y la inversión pública, se han mejorado ostensiblemente los niveles de empleo. Justamente los primeros beneficiados en la expansión del empleo y creación de nuevos puestos de trabajo son los más calificados. Por lo que la tasa de desocupación del nivel de educación superior y universitaria descendió abruptamente al mismo tiempo que mejoraron los ingresos y salarios.

Sin embargo, hay que advertir que estas tendencias positivas tienen bases ciertamente endebles o al menos transitorias: el alto precio de las materias primas exportables (soja y petróleo) que posibilitan un elevado superávit fiscal y bajas tasas de interés internacionales que desestimulan la fuga de capitales y atraen la inversión. Hay que recordar, que el desarrollo industrial  y por tanto el impulso de base para la expansión del empleo, históricamente en la Argentina consume y no produce divisas (U$$) y por tanto depende en gran medida de la buena situación de los mercados internacionales para nuestros productos. Por ello se ha llamado a nuestro proceso de industrialización como “dependiente” tanto del financiamiento externo que requiere como de la tecnología que mayoritariamente utiliza.

TRABAJO PRACTICO (elija 1) (colgar antes d lunes 27/5)

1) Piense en la trayectoria ocupacional y educativa de su familia: hermanos, padres y abuelos. ¿cómo entender las inversiones educativas que fueron realizando y cuáles fueron sus resultados en términos de retornos?
2) ¿Piense o pregunte a sus amigos o parientes cercanos profesionales universitarios cómo influyó la crisis económica del año 2001 en sus empleos e ingresos?  

12 comentarios:

  1. 2. La crisis del 2001 afectó a todos los argentinos, los niveles de desempleo aumentaron enormemente y los ingresos cesaron o fueron nulos. En el caso de mi familia, mi papá se había recibido en un terciario en turismo en 1995 y, para el 2001 se encontraba trabajando con una pequeña agencia de viajes; con la crisis la agencia dejo de vender viajes, porque nadie tenia plata para afrontar algo asi y, mi papá tuvo que buscar trabajo en otro lado. Asi es como empezó a trabajar de administrativo en el colegio donde su mamá tambien trabajaba (fue gacias a ella que lo consiguió) porque en esa época no había laburo en ningún lado.
    Por otro lado, mi mamá, recibida de diseño gráfico en la Uba, trabajaba de profesora universitaria alli, ganaba un sueldo mínimo pero le alcanzaba para subsitir. Al preguntarle por la crisis, me dijo que ella tuvo la suerte de tener una casa y no tener que pagar alquiler para vivir, que la crisis le afectó pero que no sufrió como sufrieron otros, dice que fue afortunada. Ademas, reconoce que, durante estos años no tuvo capacidad de ahorro y todos sus ingresos eran utilizados para cubrir sus necesidades.
    Mis papas son ambos universitarios y eso los ayudó a mantener cierta estabilidad en ese momento de gran inestabilidad económica, pero ni siquera eso era una garantía para que las cosas fueran bien.

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  2. Elijo la propuesta del primer punto. En cuanto a aquello, y en primer lugar, es importante aclarar que las inversiones educativas de mis abuelos no fue la misma que la de mis padres y la mía o de mis hermanos. Mis abuelos maternos pudieron terminar sus estudios secundarios y también estudiar una carrera uno de ellos; por el contrario, mis abuelos paternos migraron desde Italia de muy chicos por lo que apenas cursaron algunos años de la primaria ya que debían trabajar. En ambos casos (con estudios o sin ellos) considero que ambos tuvieron retornos en sus empleos, pudieron satisfacer sus necesidades primarias, construir sus hogares y con esfuerzo también ahorrar para darse algún que otro gusto. En cuanto a mis padres, ambos finalizaron estudios superiores destinados a lo que en ese momento se consideraban carreras rentables, y en épocas donde la economía estaba más estable pudieron obtener retribuciones a la inversión que habían hecho (en situaciones de crisis pude notar la manera en que buscaban otras opciones para poder sostener la situación lo mejor posible). Por último, tomando de ejemplo a mis hermanos y a mi, nuestra inversión educativa se vió reflejada no tanto en profesiones que puedan ser más rentables sino en carreras que nos gustaran y quisieramos aprender; pero cabe destacar que uno de mis hermanos no trabaja de lo que estudió por lo que sus inversiones educativas no se ven reflejadas en los retorno que pueda tener hoy en día. Y en mi caso considero que el título de profesional de la enseñanza en educación inicial no alcanza en estos tiempos a satisfacer con el mercado laboral, y es por ello que invierto en otra carrera (que me gusta y no es poca cosa) para poder ampliar tanto mis saberes como mis horizontes.

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  3. Antes de la crisis de 2001, mi familia lamentablemente venía atravesando una fuerte crisis a nivel económico anterior a este período. Entre las décadas del 80 y el 90 mi papá trabajó como empleado en varias fábricas. Una de ellas, comenzó a traer nuevas maquinarias y junto a esta inversión en bienes de capital podemos decir que hubo también una inversión en capital humano convocando a los empleados a realizar capacitaciones técnicas para atender estas nuevas maquinarias. Mi papá accede a esta inversión educativa y observa rápidamente la tasa interna del retorno de la educación dado que la nueva “credencial” lo califica como “foguista oficial” lo que le permite el ascenso a un nuevo puesto de trabajo y una diferencia notable a nivel salarial. Pero el proceso de desindustrialización iniciado en la década de 1980 y firmemente consolidado en la década de 1990 afectó profundamente gran parte de los establecimientos dedicados a la producción contribuyendo mayormente a su desaparición en concomitancia con una situación de desempleo masivo. El plan de convertibilidad iniciado y sostenido durante las dos presidencias del Dr. Carlos Saúl Menem (1989-1999) coadyuvó a este proceso de apertura indiscriminada a las importaciones puesto que, al establecer un tipo de cambio fijo que equiparaba al peso con el dólar, resultaba más barato ingresar productos provenientes de las economías emergentes que producir en la Argentina.
    Así la crisis alcanzó esta rama económica llevando al cierre de muchas fábricas. Con su experiencia y credencial, mi papá, pudo acceder a similares puestos de trabajo en otras fábricas, pero todos temporales, con duración máxima de tres meses. Finalmente compra una máquina de coser industrial para que mi mamá trabaje desde el hogar y él comienza a realizar todo tipo de “changas”. Desde el ´95 hasta la crisis del 2001, mi mamá venía cosiendo cambiadores y bolsos para futuras mamás y por no disponer de otra máquina, debía entregar el trabajo a otra costurera para que ésta lo termine. A ella la ayudaba una vecina que venía estudiando diseño de indumentaria. Para ese entonces se recibe y su primera opción era irse del país con destino a Europa, pero la negativa de su pareja y la falta de un capital económico que le permita hacer ese viaje le hicieron cambiar de idea. Siguió trabajando con mi mamá hasta poder comprar la máquina de coser industrial, overlock, que le permitía realizar el trabajo completo. Una vez adquirida esta máquina le propone a mi mamá diseñar baberos. Fue así como empezaron con este micro emprendimiento que duró alrededor de tres o cuatro años. En el 2005 la pareja de la joven, consigue trabajo como portero de un edificio en Capital por lo que se tuvieron que mudar dado que ahí mismo le ofrecían vivienda y de esta manera ahorraban el alquiler. Allí pudo conseguir trabajo en la administración del edificio y a mi mamá para el cuidado de un anciano que se alojado en el lugar. En el caso de Karina, la joven que poseía una acreditación educativa, se pone de manifiesto la crítica o desmentida acerca de la inversión en capital humano, que toma fuerza en el fenómeno de la “sobreeducación”, descubierto por Carnoy, al que denomina “Efecto fila” para explicar justamente como esta acumulación de capital educativo que poseía la joven, se convierte en una ventaja individual que permite alterar el orden de la fila de desempleados ya que entre todos los que se presentaron para ocupar ese puesto de trabajo, la que ofrecía mayor capital educativo era ella, aunque este capital obviamente no iba a ser utilizado ni en el desarrollo ni en el mejoramiento de ese empleo. Para ella era la única opción, ya que era imposible insertarse profesionalmente en el mercado local para su desarrollo laboral como diseñadora.

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  4. 1) En mi caso particular mis abuelos no terminaron el colegio y mis padres no pudieron acceder a la universidad, solo llegaron hasta el bachiller, por motivos de necesidad tuvieron que trabajar a muy pronta edad. De todas maneras considero que mis abuelos obtubieron retornos laborales, es decir siempre tuvieron trabajos fijos y con sacrificio pudieron construir sus casas. Mi mama como ama de casa y mi papa trabajando como albañil tambien considero que obtubieron sus retornos, en tiempos favorables pudieron ahorar y construir nuestra casa. Ellos consideran que su mayor inversion la estan llevado a cabo con sus hijos, somos 3, una hermana de 12,un hermano de 18 y yo. Aunque ya no vivo en casa y sostengo mis estudios sola, hasta hace unos 4 años solventaron mis estudios y aun lo siguen haciendo con mis hermanos. Mis padres nunca quisieron que trabajemos, solo deseaban que estudiaramos y pudieramos alcanzar un nivel de vida mejor. Si bien ninguno se a recibido aun tanto mi hermano como yo nos encontramos haciendo carreras universitarias, hasta el momento no hemos tenido suerte en las busqueda laboral, si bien estamos mas preparados que jovenes que no han podido proseguir con sus estudios, nos encontranos en una situacion donde los estudios no siempre son valorados a nivel salarial, y terminamos trabajando de lo que encontramos para poder seguir estudiando y salir adelante. Aun asi apostamos a un futuro mejor, para que al recibirnos podamos vivir de lo que amamos y asi ver reflejado el retorno de tantos años.

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  5. 1) Mi abuelo materno era de Bolivia, allí obtuvo el titulo secundario y aprendió el oficio de tapicero de muebles finos. En su país natal tenía pocos clientes, con algo de dinero que tenía ahorrado empezó el camino hacia Buenos Aires donde tenía familiares que ya habían migrado. Bajó desde su país de a poco, pasando por varias provincias, en las que iba juntando dinero mediante trabajos temporales que conseguía como tapicero. En Buenos Aires, conoció a mi abuela en los 50 y se casaron. Consiguió un empleo en el que tapizaba muebles de comercios de Caba, el sueldo era bueno ya que le permitía alquilar, mantener a su esposa y cuatro hijos a la vez que compró un terreno y emprendió la construcción de una casa. Todos sus hijos se egresaron del secundario, algunos obtuvieron títulos terciarios en docencia, otro emigró a Brasil donde obtuvo un empleo de hoteleria gracias a aprender el idioma portugues y mi mamá trabajó en supermercados como cajera hasta que fue mamá y se dedicó a la crianza de mis hermanos y de mí.
    En cambio, mi papá se crió en una hogar muy carenciado, pues su abandonó a su mamá y sus 4 hijos siendo estos últimos muy pequeños. Mi padre, tíos y abuela debieron trabajar desde temprana edad hombro a hombro para saciar sus necesidades básicas, pudiendo solo obtener la primaria mi padre y su hermano mayor mientras que sus dos hermanos menores obtuvieron el título de bachiller. Mi padré desde pequeño vendió vestimenta de modo ambulante, en los 90 ante el boom en la oferta de los servicios de tv por cable, obtuvo un empleo en Cablevisión donde vendía por comisión el servicio. Allí le fue muy bien y, en el período de convertibilidad, se compró después de ahorrar dos años, una casa en la que nos crío junto con mi madre a mís 3 hermanos y a mí. En el 2001 él se quedó sin empleo, por lo tanto tuvo que vender su auto y con ese dinero compró billouterie y la revendía a locales de venta. Mi madre, por su parte, cocinaba cosas dulces y las intercambiaba por ropa y cosas para el hogar. Fueron años muy dificiles, pero en el 2004 mi padre consiguió un empleo como vendedor por comisión de electrodomésticos. Junto a mi tío que tenía auto, recorrieron todo el país y consiguieron buenos ingresos, pudimos mudarnos a una casa más ámplia y todos sus hijos pudimos terminar el secundario. Algunos seguimos estudiando, todos aprendimos oficios y mi hermana se graduó en la UBA como diseñadora en indumentaria, yo me recibí de soldador en un centro de formación profesional cuando cursaba el último año de la secundaria y ese mismo año conseguí un empleo metalúrgico en el cual estoy hasta el presente, a la vez que estudio en la universidad.
    En el caso de mi abuelo materno, obtuvo en pocos años gracias a su oficio y a la migración grandes ingresos que lo convirtieron en propietario y le permitieron proyectar a futuro así como brindarle la posibilidad de estudios superiores a sus hijos. En cambio, mi padre no pudo estudiar, pero por sus actitudes y facilidad en el campo de las ventas y autoemprendimientos pudo, con dificultad, obtener su casa y asegurar educación e inculcar los valores para que sus hijos nos capacitemos. Ahora bien, con la situación económica que se dieron en los últimos años, mis hermanos yo a pesar de estar capacitados y poseer títulos técnicos y universitarios tenemos que trabajar arduamente por salarios que no nos permiten ser propietarios de casa propia (todos construimos nuestras casas en el terreno de nuestros padres o suegros o alquilamos, esto nos ha llevado a seguir estudiando y aumentar nuestras competencias actualmente, en pos de mayores ingresos.

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  6. 1)Con respecto a la trayectoria ocupacional y educativa de mi familia, puedo contar que tanto mi madre y mi padre pudieron terminar la primaria, mi padre se inserto al ejército argentino logrando ser cabo y luego ascender a Sargento aunque pidió la renuncia antes de que fuera la guerra de Malvinas, esto hizo que comenzará a trabajar en el rubro de seguridad privada para empresas y departamentos.
    Mi abuela paterna era enfermera y trabajaba en Casa Cuna tiempo completo, lo que ayudó a criar a sus hijos e hijas, de los cuales dos fueron Militares (mi tío y mi papá) y dos fueron policías Federales y una de mis tías enfermera, el resto de mis tías fueron empleadas domésticas pero 2 no lograron terminar la secundaria a causa de que mi abuela no llegaba a cubrir la educación para todas, ya que mi abuelo fue asesinado en un robo y mi abuela quedo sola a cargo de sus hijos/as.
    Por parte de mi familia materna, no conozco a mi abuelo, mi madre es de La Rioja, mi abuela era empleada doméstica, tuvo 6 hijas, entre ellas a mi mamá y un solo varón. No conozco a mis tías y a mi tío, solo a una, ya que cuando eran chicos mi abuela materna repartió en casas de familia a sus hijos por el hecho de no poder hacerse cargo, de esta manera fue que mi mamá se crió en una casa de familia en el campo con una sola hermana. La educación de mi mamá estuvo a cargo de su tutora, es decir la señora a la que mi abuela dio a mi mamá para que la cuide y se responsabilice mientras mi mamá trabajaba para ella a cambio de educación, y comida como le había pedido mi abuela, por ello está señora solo pudo invertir en la primaria y mitad de secundaria de mi mamá. Mi abuela materna era analfabeta y mantuvo más allá de la distancia relación con mi mamá.
    En la actualidad mis padres pudieron obtener la casa con esfuerzos de ambos aunque se separaron y mi madre nos crió sola a mi hermana y a mi. Mi padre se quedó en la casa y nosotras tuvimos que alquilar, aunque actualmente no vivo con ellas ya que alquilo con mi novio en otro lugar. Con respecto a la inversión en el tema educativo, mi madre fue la que costeó nuestros estudios, mi hermana está terminando su carrera de profesora de historia y también de geografía, aunque trabajó anteriormente en una empresa dedicada a la digitalización de documentos como dataentry, y en una empresa de Diseño Gráfico como empleada doméstica. Pero hace 4 años está en la docencia ejerciendo en Plan Fines gracias a la inversión en sus estudios tanto por parte de mi mamá cómo de ella misma. Por mi parte, Hace 4 años me recibí de pintora letrista y Serigrafa en un centro profesional de Almirante Brown, lo que me permitió poder hacer trabajos independientes para costear mis estudios y mis medicamentos ya que sufrí una fractura de cervical que me dejó sin movilidad de la mitad del cuerpo, esto hizo que deje mi anterior carrera, ya que afectó también mi perdida de memoria y concentración sumado a la visión, que hasta el día de hoy sigo en tratamiento para recuperarme al 100%. Pero volviendo a los retornos en tema educativo que puedo comprender es que por parte de mi abuela materna logró que mi mamá no sea analfabeta como ella que no tuvo la oportunidad y que su hija pudo a pesar de todo terminar la primaria y poder conseguir con ello una preparación básica para poder sobrevivir en esta vida, y luego al ya convertirse en madre en ayudarnos a nosotras con nuestros estudios, sumándole a llevar adelante dos hijas prácticamente sola. Con respecto a mi abuela paterna, los retornos educativos fue de conseguir que la mayoría de sus hijos tengan una profesión digna y con ello una vivienda propia como fruto de su esfuerzo.Y por último el retorno de mi hermana es que a pesar de que tuvo que trabajar y estudiar a la par hoy está trabajando de lo que le gusta, aunque el salario es mínimo y tenga que trabajar en sus tiempos libres como profesora particular, la inversión que hizo y hace logra que como mínimo pueda tener un trabajo digno para poder sobrevivir.

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  7. 1) Mi abuelo materno, invirtió en su educación, como Policía Federal , lugar, donde trabajo por 12 años, en ese momento(hace muchos años) solo pedían tener el séptimo año , para poder entrar a la policía, y el solo tenia hasta sexto, así que siendo ya un hombre grande , decidió cursar el año que le faltaba en la escuela nocturna , para poder alcanzar su objetivo.
    Mi abuela paterna, desconozco hasta que año fue a la escuela, pero se que fueron pocos, tuvo trabajos esporádicos, pero mayormente se dedico a criar a sus hijos,
    Mi Papa, fue hasta quinto grado de primaria y luego se dedico a trabajar , hasta sus 65 años que enfermo y falleció, y creo que su retorno en tantos años de trabajo, fue poder comprar su casa, y poder mantenernos a mi, y a mis hermanos.
    Mi mama , termino el secundario, a los 35 años , ya que de chica tuvo que trabajar , luego intento, seguir un profesorado pero no pudo solventar los costos privados , aunque luego pudo hacer un curso de auxiliar gerontológico, que a modo de retorno, es lo que actualmente le brinda trabajos.
    Mi hermano , mayor ( 35 años)fue hasta quinto año del secundario , dejando en esa instancia, por elección propia , para trabajar, entiendo que su retorno , lo ve ahora después de muchos años de trabajo ,que puede mantener a su familia , y acceder a tener algunas comodidades, como un automóvil propio.
    Mi hermana( 23 años) y yo (28 años), somos la primer generación en mi familia que accede a la universidad. Ella el año pasado, se recibió de Periodista Deportiva en la UNLP y allí sigue cursando el profesorado en comunicación social, ella además del costo privado que le genera acudir a la universidad, paga el costo de oportunidad, ya que todavía no trabaja

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  8. 1)Mis abuelos paternos vivían en un contexto rural en Italia. Mi abuelo fue escolarizado hasta los diez años, edad en que ya pudo ir a trabajar al campo. Tras la Segunda Guerra Mundial, viajó a Nápoles para poder certificarse como oficial albañil, condición para viajar a Argentina a trabajar en la construcción del aeropuerto de Ezeiza. Tras esta obra, permaneció en el país para dedicarse a la construcción. Mi abuela, por su lado, vivía en el mismo pueblo pero al ser hija de un militar accedió en cierta medida a una cultura libresca, hizo la primaria completa y se dedicó a tareas domésticas hasta que emigró junto a mi abuelo. Tuvieron un solo hijo, mi padre, a quien a partir del proceso de movilidad social ascendente posibilitado por el primer peronismo terminaron enviando a un colegio privado para hacer la secundaria y luego sostuvieron mientras estudió medicina en la UNLP.

    Mi familia materna era también de un contexto rural pero en Portugal. Mi abuelo fue a la escuela hasta que tuvo edad para trabajar en el campo y mi abuela nuca fue a la escuela ni fue alfabetizada. Emigraron juntos junto a hermanos y primos. Mi abuelo consiguió trabajo en la fábrica Ducilo y se prometió nunca volver a "trabajar la tierra". Promesa que no cumplió porque accedió a un crédito y compró tierra para dedicarse a la floricultura. Entonces se prometió que sus hijos no trabajarían en el campo. Tuvieron tres hijos, mi madre, mi tía y mi tío. Los tres terminaron sus estudios secundarios y luego comenzaron universitarios (odontología mi tía en la UNLP, Contador Público mi madre y mi tío también en la UNLP., que debían convivir con sus primeros trabajos. Mi madre y mi tía abandonaron sus estudios cuando se casaron y dejaron de trabajar cuando tuvieron sus primeros hijos. Mi tío se casó y formó familia, lo que hizo que tardara unos años más en recibirse, aunque ya venía trabajando en estudios contables.

    Mis padres tenían una noción ligeramente distinta de la inversión educativa a la que tenían mis abuelos, e incentivaron intereses más "artísticos". Mi hermana y yo optamos por este camino (estudiando ella Diseño y yo Letras), inversiones cuyo rédito es dudoso, ya que terminamos trabajando en sectores no relacionados con nuestra formación. Mi hermano, en cambio, optó por medicina (mis padres querían que estudiara bellas artes), lo que resultó en un presente laboral mucho más favorable en términos económicos.

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  9. Consigna 1

    En primer lugar es importante destacar que el cambio generacional ha implicado diferentes tipos de inversiones educativas y ocupacionales. Y los retornos que estás generan también son diferentes para cada generación, dependiendo de lo que cada una considera importante.
    Ahora bien, en mi caso particular mis abuelos maternos, tenían un nivel de inversión educativa muy diferente. Por un lado mi abuelo, pido hacer una inversión educativa ingresando a la policía de la Provincia de Buenos Aires, la cual en ese momento tenía una formación que se consideraba de "élite" y muy vinculada al ejército. Esto le permitió ser propietario de dos terrenos y contar con cierto prestigio social por ser miembro de las fuerzas policiales. Incluso al morir pudo dejar una pensión a su esposa, y una de sus hijas.
    Por otro lado, mi abuela no pudo invertir en su educación, hasta el día de hoy incluso sigue siendo analfabeta y a lo largo de su vida pudo tener trabajos esporádicos, vinculados al trabajo manual (cocinera,cosechadora,etc). No pudo tener una jubilación vinculada a alguna profesión ni ser propietaria de una casa.
    La siguiente generación, el caso de mi madre en particular, ella pudo terminar sus estudios primarios en tiempo y forma. Pero sus estudios secundarios pudo terminarlos ya siendo adulta. Aunque eso no le impidió tener trabajos fijos como empleada doméstica, ser propietaria de un terreno y construir una casa. Además de solventar la inversión educativa de sus hijos.
    Por último, en el caso de mi generación, es la primera que ha logrado llegar a tener estudia universitarios. En primer lugar mi hermano mayor, primero pudo invertir en su educación(con apoyo de mi madre) formando parte de la fuerza policial de la Provincia de Buenos Aires, graduándose de la Escuela Vucetich. De la cual formó parte durante 19 años. Esta primera inversión le dió buenos retornos pudiendo generar su propio negocio y adquiriendo ciertos bienes.
    Luego siguió invirtiendo en su educación, haciendo una carrera universitaria, y graduándose como Abogado en una universidad privada la cual sustento solo. Ahora puede trabajar y obtener los beneficios de haberse graduado por segunda vez de una profesión que le gusta.
    En mi caso, me desempeño como estudiante de la Licenciatura en educación, apostando a la educación pública lo cual no quiere decir que requiera una inversión económica y personal. Pero siempre esperando que pueda obtener buenos resultados trabajando de lo que me gusta.

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  10. Para realizar el presente trabajo práctico elijo la consigna 1 en donde se puede apreciar analizando para atrás como se fueron dando las diferentes oportunidades y desarrollos profesionales, laborales o estudiantiles que potenciaron diferentes maneras de llevar adelante las vidas de los miembros que formaron parte de mi entorno familiar.
    En cuanto a mis abuelos paternos eran inmigrantes italianos y que cuando llegaron al país desarrollaron tareas que tienen que ver con el oficio que les posibilito salir adelante mezclado con la dificultaba que producía el lenguaje sumado al origen agrario en el que desarrollaron sus vidas. Mi abuela paterna fue empleada textil de un taller más la actividad que realizaba en forma individual en su hogar, en tanto mi abuelo fue obrero de la construcción.
    En tanto mis abuelos maternos se repite en la parte femenina la tarea de realizar trabajos textiles que llevaba adelante tanto en un taller como de manera individual y mi abuelo materno pudo ingresar desde muy temprana edad como trabajador industrial calificado. Ninguna de las dos familias llevaron adelante formación académica que tenga que ver con estudios sino que la formación que llevaron adelante tenía que ver con su formación en oficios.
    En cuanto mis padres, desde la experiencia que vivieron cada uno mi padre pudo alcanzar hasta el último año del nivel secundario y desarrollar su parte laboral tanto en ámbito fabril (en donde fue elegido delegado gremial) que lo llevo después con su militancia política a llevar adelante distintos cargos públicos Provinciales como Municipales. En tanto mi madre, llego a terminar el primario y por necesidad ingresar prontamente a trabajar en un taller textil.
    En cuanto a mí y mi hermana se puede ver como eso que mis padres se esforzaron para que podamos llevar adelante nuestras diferente trayectos académicos con un acompañamiento pero sin ponerlo como una finalidad o exigencia, en el caso de mi hermana logro recibirse como Martillera Publica y poner su propio inmobiliaria en donde lleva adelante su formación profesional sumada a que continua realizando diferentes capacitaciones.
    En cuanto a mí, pude recibirme como Profesor en Nivel Primario experiencia que estuvo marcado por un espacio de formación permanente y sobre todo por un crecimiento de todo lo que fue como persona. Después de esa experiencia y los recorridos realizados apareció la oportunidad de continuar mis estudios en la carrera de Licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de Quilmes lo que tiene como objetivo principal poder concluir los mismos como un desafío personal de formación permanente para llevar adelante una mejor inserción en el desarrollo de políticas públicas que sean llevadas adelante por un gobierno que piense en el bien del pueblo.

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  11. 1) Para este trabajo practico elijo la consigna número uno, donde se puede observar como fueron las oportunidades en en diferentes épocas.
    Respecto a mis abuelos maternos ambos son de la provincia de corrientes, ellos se mudaron a los 20 años para Buenos aires, en busca de nuevas oportunidades, ya que en su provincia no había tanto trabajo y mi abuela estaba embarazada. Mi abuelo pudo desarrollarse como obrero textil y mi abuela como auxiliar en una institución estatal, los dos pudieron ahorrar y tener su casa propia. Ninguno de los tienen estudios superiores, sin embargo tras sus trabajos, pudieron satisfacer todas sus necesidades. En la crisis del 2001 mi abuelos se quedo sin trabajo, porqué quebró la fábrica, todo esto a un año para jubilarse, tras los cambios jubilatorios le aumentaron 6 años mas.
    Mis abuelos paternos, al igual que mis abuelos maternos fueron de provincia, ninguno tuvo formación académica, sin embargo al mudarse para Buenos aires, mi abuelo pudo conseguir trabajo y desempeñarse en el puerto, mi abuela fue ama de casa, a pesar de ello pudieron satisfacer todas sus necesidades.
    En cuanto a mis padres, mi madre termino el secundario y pudo concretar un terciario, se formo y desempeño como profesora de literatura, respecto a mi padre termino el secundario, pero no siguió formándose , sin embargo pudo conseguir trabajo y se desempeño en el oficio gastronómico, ambos tras sus ahorros pudieron acceder a la casa propia y satisfacer todas sus necesidades y algunos que otros gustos. Las crisis del 2001 afecto a todos los argentinos, en cuanto a mis padres tuvieron que disminuir sus gastos para las necesidades básicas.

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  12. 1) En cuánto a mi entorno familiar, soy la primera camada de estudiantes universitarios, junto con mis hermanos y mis primos. Mis abuelos no estudiaron porque provenían de un entorno de pobreza en la provincia de Chaco, y en el caso de mis padres ambos sólo llegaron a terminar la primaria gracias a las exigencias de mis abuelas
    que fueron las que los incentivaron.
    En este entorno, la inversión de mis abuelos paternos fue, en uno la albañilería, y en mis abuelas el ser amas de casa o trabajos de limpieza.
    Por esto, no hubo posibilidad de un retorno en los casos de mis abuelas, pero sí de mí abuelo que tuvo la oportunidad de venir a vivir a Buenos Aires y comprar un terreno en los años 80, dónde actualmente vivimos con mi familia. En cuento a mis padres, uno es cocinero certificado gracias a una oportunidad que se le dió a fin de los '90, ya que él siempre trabajó en metalúrgicas. Y su retorno fue el poder invertir su carrera como chef profesional. En el caso de mi mamá, tiene trabajos de cuidado y limpieza estables para poder llevar adelante una buena economía del hogar. Sin embargo, no tuvo posibilidad de ahorro por la crisis actual. Gracias a estos, mis hermanos pudimos terminar el secundario y seguir carreras universitarias o estudios superiores para poder perfeccionarnos y tener en un futuro un buen pasar económico.

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