jueves, 26 de mayo de 2016

Texto de apoyo Unidad IV A y Trabajo Practico 4

Las relaciones promiscuas entre economía y educación

Dentro de la investigación económica, el papel de la educación ha dado una especie de giro copernicano desde mediados de los años ’60. Hasta ese momento, la economía dominante  se mostraba relativamente indiferente ante los problemas educativos. La gran expansión educativa producto de las generaciones jóvenes en Europa y EEUU (baby boomers) que crecieron aceleradamente después de la II Guerra, era encarada con un enfoque predominante de gasto o costo presupuestario y fiscal. Así, las necesidades educativas eran tomadas como una variable demográfica y una necesidad cultural que se imponía a la economía desde fuera de la misma.  El problema se reducía entonces a cómo y quienes debían poner cuantos recursos para satisfacer estas novedosas demandas y necesidades.

Para algunos, era antieconómico financiar infinitamente las expectativas educativas crecientes de la población, para otros (en europa) era el Estado de Bienestar quien tenía que aumentar los recursos fiscales para proveer servicios educativos universales, y para los americanos eran los particulares los que debían enfrentar el grueso de la carga de estas expectativas.

De la mano de algunos investigadores que aplicaron los métodos de la economía neoclásica a principios de los ‘60, tratando la educación como un bien mercantilizado aparece por primera vez la idea del significado puramente económico de la formación educactiva de la población.

En vez de aceptarse como un gasto generado por  una necesidad fundamentalmente extraeconómica, los economistas americanos (fundamentalmente Schultz y luego el premio nobel Gary Becker) intentaron demostrar que lejos de constituir un gasto, el incremento de los niveles de capacidades educativas de la población era una “inversión” que tenía un importante recupero futuro y no un gasto o un costo. Estos planteos abandonan la radical distinción fundante de toda la teoría económica anterior a saber: que todo gasto puede ser por consumo o por inversión rígidamente separados. Mientras los bienes de consumo producen satisfacción de los hombres y sus necesidades y desaparecen con su uso,   los bienes de inversión (máquinas, equipos, tecnología) no producen satisfacción pero incrementan la capacidad o rendimiento productivo. La educación que antes aparecía siempre como un “consumo” que respondía a satisfacer necesidades y demandas de los hombres, ahora aparece también como “inversión” ya que incrementa las capacidades productivas,  la eficiencia de la economía, y junto con ellas mejora los rendimientos y los ingresos tanto individuales como del conjunto de la sociedad.

Para enfrentar tradiciones teóricas muy arraigadas apelaron a una denominación francamente (es un juicio personal) “espeluznante”: la teoría del “Capital Humano”. Para ellos, los gastos en todas aquellas cosas que aumenten la capacidad y el rendimiento productivo esperado de una persona o de una población deben ser tratados como “capital”.

Desde ya el Capital humano no se restringe a la educación, aunque en la divulgación y popularización de la teoría así haya quedado arraigado. La salud (que abarca hasta una alimentación adecuada), y los costos de movilidad de la fuerza de trabajo (facilidades de migración), la capacitación en el empleo, son considerados factores importantes de acumulación de capital humano. Según Schultz, que analizó diversos países de Europa y Asia en comparación con EEUU, el Capital humano constituye una variable explicativa muy importante del crecimiento económico. Tanto o más gravitante que la dotación de recursos naturales, o la inversión en capital físico. La educación es descripta como un capital que mezcla la posibilidad de aumentar la capacidad productiva con la satisfacción de necesidades culturales o simbólicas. El análisis de la experiencia del extraordinario crecimiento de los países llamados NICs (New Industrial Countries) en Asia (Malasia, Taiwan, Singapur, Corea del Sur, y otros) quienes realizaron extraordinarias inversiones en la infraestructura y en el crecimiento de los niveles educativos de la población, parecía reforzar la idea de que efectivamente la dotación de capital educativo era un vector importante para el desarrollo.

El primer problema de estas teorías en sus aplicaciones de política económica era ¿quién debe invertir en educación o más ampliamente en el capital humano?, ¿quién debe sufragar y correr los riesgos de sufragar los gastos de la inversión toda vez que sus rendimientos no son inmediatos sino de mediano y sobre todo largo plazo?. 

Es claro que en una sociedad de libremercado capitalista, el capital tiene que tener un rendimiento y el beneficiario de este rendimiento es quien afronta los gastos y riesgos de invertir en él. Sin embargo, estos economistas se encontraron con una brutal diferencia entre la inversión en una máquina o una patente tecnológica y en capacitar o formar a los empleados: mientras el rendimiento de la máquina estaba bajo su control, el rendimiento adicional de la persona quedaba bajo control de la persona, no podía ser apropiado. En efecto, a diferencia del capital físico que está sujeto a las leyes de la propiedad y el mercado, el capital humano y educativo es una propiedad intransferible del beneficiario: la capacitación que el capitalista paga puede ser aprovechada por otro capitalista que tiente al trabajador calificado a dejar la empresa que lo capacitó.  El capital humano en el mejor de los casos puede “alquilarse” pero nunca comprarse o venderse. Así, la primera consecuencia es que no va a haber inversión de los capitalistas en capital humano porque no hay seguridades sobre su control. Sólo los particulares interesados y los gobiernos que piensan no en una rentabilidad particular sino en un beneficio general pueden ser interesados en invertir en capital humano.

Así, como verán en el texto de Hammermesh y Rees, la inversión privada en capital educativo es la que realizan las mismas personas particulares. Esta inversión es de dos clases: por un lado y menos importante es la inversión en los costos directos de estudiar (matrículas, viáticos, apuntes, etc.). Está demostrado que los costos directos de estudiar no son determinantes en la decisión de terminar o no un nivel educativo.  Por otro lado y más importante es lo que dejan de percibir por estudiar en vez de trabajar por un salario. Este último componente de la inversión educativa individual se denomina “costo de oportunidad”.

La investigación económica y las estadísticas demuestran que esta inversión es rentable para los individuos: con las nuevas calificaciones y acreditaciones educativas obtenidas las diferencias de ingresos futuros son mayores y compensan de manera visible el gasto de inversión realizado tanto directo como el de “costo de oportunidad”. Así, las remuneraciones de los niveles educativos más altos son también más altas y los mayores títulos permiten acceder a los mejores empleos.

La inversión individual en educación tiene entonces una “tasa interna de retorno”, es decir, un beneficio que se obtiene merced a una inserción laboral y diferencias de ingresos atribuibles a los mayores niveles educativos obtenidos.

Como mencioné antes, también hay un interés colectivo en la inversión educativa. Los gobiernos son interesados en invertir en educación por lo que se llama el retorno o rendimiento social de la educación: aumenta la competitividad global de la economía, se atrae mayor inversión productiva, aumenta la integración social, se disminuyen la desigualdad, etc.

En la década del ’90 estas teorías conocieron una difusión extraordinaria hasta incorporarse al lenguaje político y cotidiano. Con el advenimiento y generalización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y la apertura de nuevos territorios científico tecnológicos (biotecnología, nuevos materiales, genética, etc.) la enfatización en la educación como fuerza fundamental del desarrollo resultaba irresistible. 

El “capital humano” es uno de los fetiches de la globalización. De la mano de la idea archidifundida de la “sociedad del conocimiento y los servicios”, que ubicaban el saber técnico y la capacidad de innovación como las fuerzas motrices novedosas del capitalismo global, la educación se convirtió en la “vedette” de la política económica. Había que incorporarse al mundo desarrollado, a la tecnología avanzada y explotar sus posibilidades merced una política agresiva de mejoramiento cuantitativo y cualitativo de la dotación de capital educativo de la población. Así todos los países se embarcaron en todo tipo de reformas que apuntaban a preservar y acrecentar el nivel del capital educativo de sus poblaciones. Como veremos más adelante en las últimas unidades, A. Latina y la Argentina no fueron la excepción.

Las críticas: el fin del mito

La teoría del capital humano está tan difundida hoy día que se ha convertido casi en el sentido común de casi todo el mundo. Nada hay más esperanzador que depositar en el esfuerzo individual y colectivo de mejora y desarrollo intelectual como medio de obtener bienestar material.

Sin embargo, muchos importantes investigadores descubrieron las falacias o serias limitaciones de esta teoría y sus fundamentos. Una de las primeras fue la llamada teoría del “credencialismo”  o la inflación de acreditaciones educativas desarrollada por R. Dore quien no tuvo prurito en bautizarla “la enfermedad del diploma”. El vertiginoso ritmo del cambio técnico y científico produce una permanente obsolescencia de las calificaciones educativas conseguidas en el pasado con su consiguiente devaluación y por tanto una predisposición permanente de la población a evitarla aumentando permanentemente su capital educativo alcanzando nuevas acreditaciones. El “credencialismo” implica la continua expansión de la demanda de educación y la continua devaluación de los títulos y acreditaciones anteriores, que limitan el retorno esperado de la inversión educativa. En la medida que se masifican las ofertas de trabajadores con altas calificaciones, aumenta la competencia entre ellos y se abaratan los salarios ofrecidos. La obtención de las diferencias salariales cada vez requieren mayores inversiones educativas por lo que solamente sectores más reducidos de la población pueden afrontarlas, generando una tendencia a monopolizar los mejores empleos.

Más importante fueron los descubrimientos de M. Blaug, respecto de la disparidad entre el rendimiento individual de la inversión educativa (mejores remuneraciones) y el rendimiento social (supuesta mayor productividad global). Blaug descubrió que es mentira que el incremento de capital educativo de una población genere aumentos en la productividad y competitividad social global de la misma. En efecto, en EEUU mismo el período de auge de los niveles educativos superiores coincidieron con fases de crecimiento débil o estancamiento en los indicadores de productividad y competitividad de la economía. Una vez más el provecho individual no supone provecho social. Blaug instaló como explicación la llamada teoría de las “señales”: no es que los empleadores esperen que incorporando personal más capacitado o educado aumenten su productividad y eficiencia productiva (cosa que tampoco es nítida aun en estudios de empresas) sino que simplemente utilizan los títulos alcanzados como signos de que el personal a incorporar posee determinadas características como “constancia en el esfuerzo”, “sometimiento a examenes”, “responsabilidad”, “capacidad de aprender”, etc. que no necesariamente se relacionan con un aumento efectivo de rendimiento en la tarea. Blaug investigó la cobertura de cargos gerenciales en algunas empresas y comprobó que efectivamente los títulos tienen poco que ver con el rendimiento efectivo en el trabajo, a pesar de lo cual las empresas los utilizan como criterio importante de decisión al incorporar personal. En este sentido, las conclusiones de Blaug son realmente pesimistas porque el crecimiento de las acreditaciones de la población lo único que hace es introducir índices de selectividad mayores favorables a quienes pudieron y tuvieron la  posibilidad de realizar mayores inversiones educativas, y ello sin beneficio tangible para el conjunto de la sociedad y del funcionamiento productivo de la economía.

Por último se encuentran las críticas de orientación marxista como la de M. Carnoy en el sentido de que la dinámica de acumulación de capital es contradictoria y produce resultados con crisis recurrentes que alcanzan a la valorización de las acreditaciones educativas.  En este esquema explicativo, las crisis cíclicas del capitalismo producen un sobreexceso de capital educativo y calificaciones disponibles en la población. Contrariamente a lo que se cree el capitalismo de libremercado está muy lejos de asignar de manera racional y óptima los recursos educativos disponibles sino que los subutiliza de manera recurrente.  Carnoy descubre el fenómeno de la “sobreeducación” en el sentido de que el capitalismo utiliza sistemáticamente menos calificaciones que las disponibles en el mercado.  Utilizando la terminología de otro economista, L. Thurow,  el fenómeno de la sobreeducación, da lugar a lo que denominó “efecto fila” para explicar las ventajas individuales de la acumulación de capital educativo: lejos de generar empleo o mejorar los ingresos de la población, el aumento individual de las acreditaciones educativas permite alterar el orden en la fila de desempleados: siempre van a aumentar la probabilidad de conseguir empleo pero no por la expectativa de aumentar el rendimiento productivo de la empresa sino simplemente porque ante la posibilidad de elegir, la empresa elige a aquellos que ofrecen mayor capital educativo aunque no vaya a ser utilizado en el proceso de trabajo mismo. Es decir, el “efecto fila” supone que la inversión educativa simplemente facilita la selección de personal de las empresas aún a costa de subutilizarla. El ejemplo más obvio es el de las estaciones de servicio o los servicios de delivery, mensajería, etc. que exigen secundario completo para despachar combustible o manejar una moto. También es muy común que empresas importantes exijan estudios universitarios para simples empleos administrativos descualificados. En ninguno de estos casos, el aumento de las calificaciones educativas implica mejoras en el rendimiento o productividad del trabajo.

Van Zanten introduce un tema que es constitutivo de la escuela del capitalismo democrático: la meritocracia, y cómo ha mutado la institución escolar en las últimas décadas al respecto. El mito del mérito requiere igualdad de oportunidades y neutralidad en la valoración de la utilidad social y las contribuciones de cada individuo al bien colectivo, cosa que nunca se ha cumplido históricamente pero sobre lo que la escuela mantiene su legitimidad. La escuela es presentada como administradora de méritos "neutral" y autónoma, ocultando su secreta servidumbre de las elites y las clases poderosas.

Pero esto pudo sostenerse firmemente mientras la sociedad de bienestar era exitosa en los gloriosos 30 años del capitalismo de posguerra. A lo largo de los años 80 y 90 la escuela cambió su impacto en la estructura ocupacional y el mercado de trabajo, mutó su organización interna y su inserción política, y trastocó la relación con las distintas clases y sectores sociales.
En 1er. lugar la inflación de títulos los desvaloriza y por tanto hay un desfase entre recompensa escolar y recompensa laboral y económica.
En 2do lugar, las empresas valoran contenidos y habilidades no escolarizables como actitudes, modales, estilos de vida que no se aprenden en las instituciones. La formación escolar cada vez interviene menos en la selección laboral y los conocimientos y modos de conducta tradicionalmente impartidos pierden espacio frente al "capital social" dominado por otros agentes pedagógicos no escolares: medios de comunicación, industria del entretenimiento, publicidad y consumo, moda, clubes elitistas, grupos de afinidades por estilos de vida y consumo, etc.
En 3er. lugar, la descentralización de la gestión burocrática unificada que se desplaza por las instancias regionales y locales, generó múltiples fuerzas y niveles de decisión que introducen desorientación, confusión y la ausencia de un comando y una dirección  de avance unificada. Esto se  agudiza por las presiones supranacionales (Banco Mundial, bloques regionales, UNESCO) y por la desvalorización social del docente. Debilitadas las autoridades, las normas de mérito son así soliviantadas y confusas sin agentes que las sostengan con continuidad y energía.
En 4to. lugar, la masificación de los niveles primario y medio redunda en una mayor tensión entre los modelos de conducta y expectativas de las clases populares y el modelo escolar establecido generando toda clase de conflicto. En muchas escuelas los alumnos de clases populares logran una suerte de poder de veto sobre las normas escolares y, sobre todo, para evitar un fracaso escolar generalizado, se relajan completamente las normas de exigencia y evaluación.
En 5to. lugar las clases altas y medio altas incrementan su capacidad de influencia directa sobre instituciones y decisiones educativas de los directivos y docentes, avasallando también criterios meritocráticos ("colonización" de la escuela, "parentocracia").

Economía y Educación en la Argentina. La desocupación,  los cambios en la estructura social y sus relaciones con la educación.

Como es sabido, la crisis de la “matriz estadocéntrica” y del capitalismo protegido de mediados de los ’70 (el llamado “rodrigazo” de junio de 1975, fue el preaviso) fue llevando hacia fines de los ’80 a dos procesos vinculados: la hiperinflación y el endeudamiento externo. Hasta ese momento, la economía argentina se caracterizaba por un mercado de trabajo algo estancado pero con bajas tasas de desocupación (4-5%) que era capaz de absorber incluso un módico flujo de  inmigración de países limítrofes. Luego de etapas expansivas y oscilantes durante los 60 en materia de salarios, con las políticas neoliberales ensayadas por la dictadura militar, el salario real sufre una severa contracción, abriendo un tendencia que no se revertiría con el retorno de la democracia en 1983. Especialmente afectados resultaban los trabajadores industriales afectados además por un proceso profundo de cierre de fábricas y precarización del trabajo, pero también amplios sectores del empleo público como los docentes y los trabajadores de la salud, empleados de las otrora poderosas empresas de servicios públicos (ENTEL, YPF, Gas del Estado, O.Sanitarias, etc.).

La combinación de caídas de salarios con alta inflación dio por tierra hacia fines de los ’80 con la visión de una fuerte clase media en la argentina asociada, durante muchas décadas, en el imaginario colectivo con la movilidad social ascendente, introduciendo en el vocabulario sociológico - en cierta medida vulgarizado por los medios de comunicación -  una nueva categoría social: “los nuevos pobres” para diferenciarlos de los pobres estructurales. La nueva pobreza aludía a una situación ciertamente atípica desde el punto de vista conceptual, pero que las estadísticas de la Encuesta de Hogares del INDEC venían mostrando cada vez más frecuente: se refería a aquellas personas que teniendo un patrimonio, un estilo de vida y unas calificaciones educativas medias o altas, carecían de ingresos monetarios suficientes para superar la llamada línea de pobreza (es decir, el gasto social del consumo mínimo en todos los rubros para una familia tipo de un matrimonio con dos hijos uno en la escuela primaria, y otro en la secundaria). Así, el nuevo pobre era alguien que habiendo obtenido por sí o por herencia un cierto patrimonio (casa, auto, electrodomésticos, etc.), un cierto capital educativo y simbólico (nivel educativo, capacitación profesional, cultural general)  y un cierto capital social (redes de amigos, grupos de pertenencia, clubes, etc.) no lograba obtener ingresos reales para afrontar los gastos corrientes de un estándar de vida mínimo. El motivo más frecuente de esta situación de inconsistencia entre capital social familiar acumulado e ingresos reales familiares era la pérdida de la estabilidad en el empleo, y/o la degradación  de los salarios de los jefes de hogar, producto de la inflación y las crisis recesivas.

Así, los aumentos de la pobreza provenían tanto por la ampliación de la pobreza estructural (los pobres por ingresos cuyo capital social acumulado también es pobre) como de la movilidad social descendente de varios segmentos de los estratos medios.
En la década del ’90, las políticas neoliberales al principio exitosas en términos de estabilidad de precios y salarios, no tardaron en agudizar los problemas del empleo. La desocupación aumentó mucho a partir de 1993 cuando trepa al 9% y se hace francamente endémica y poco manejable con la recesión que siguió a la crisis del “efecto Tequila” en 1995, superando entonces el 18%. En la fase inicial exitosa del Plan de Convertibilidad (1991-1994) la pérdida de puestos de trabajo  por la llamada “reconversión industrial” y sobre todo por el achicamiento del estado y las privatizaciones, fue compensado por la expansión del sector de comercio, finanzas y servicios. Pero cuando la crisis se generalizó  terminó alcanzando a casi todas las ramas y sectores de la economía.

Ahora bien, ¿cuál fue el comportamiento de la población en materia educativa?: lejos de desanimarse por el desempleo, la precariedad laboral y los bajos salarios, el esfuerzo educativo de la población se reforzó: tanto los niveles medios, pero sobre todo la educación superior y universitaria gozaron de un espectacular proceso de expansión. Como aparece detallado en mi texto, las cantidades de ingresantes, cursantes y egresados, en la década del ’90 tienen un importante incremento que excede el crecimiento vegetativo de la población.

Es interesante entonces el contraste con lo ocurrido en las décadas del 50 y el 60 donde también se desarrollaron fuertes tendencias al aumento de los niveles de instrucción formal de la población. Mientras que en aquellos momentos la obtención de capital educativo se relacionaba con un mercado de trabajo expansivo y mejores oportunidades de inserción laboral y salarios (“efecto escalera” de ascenso social) ahora, en los ’90 el aumento del capital educativo se vinculaba a evitar la pérdida de posiciones o un empeoramiento de la situación sociocupacional (el “efecto paracaídas” que menciona Filmus).

La estructura social y ocupacional que dejaban las políticas neoliberales no permitían aprovechar el enorme impulso educativo de la población: no solamente se destruían empleos sino que tendían a destrurirse los más calificados. Así la tasa de desocupación de los niveles educativos superiores aunque más bajas que los niveles educativos inferiores, se deterioraba a un ritmo mucho mayor, lo que significaba que los principales damnificados en el mercado laboral bajo las nuevas condiciones eran los de mayores niveles educativos. En efecto, la apertura de la economía había ocasionado un proceso de importación de bienes de capital (equipamiento, maquinaria, insumos, repuestos) de alto valor agregado, que destruyó los puestos de trabajo locales de mayor nivel de calificación. El caso de los ingenieros industriales fue algo típico de aquel momento, ahora por suerte se está reviertiendo. Los sectores que más ganaban en los ’90, la exportación de materias primas, y de bienes industriales de bajo nivel de valor agregado (“comodities”) no generaban puestos de trabajo de alta calificación, por lo que la sobreabundancia de oferta de profesionales terminó elevando su tasa de desocupación a niveles insólitos (12 %) comparando internacionalmente. Ello ocasionó entre el 2000 y el 2002 la avalancha de jóvenes en los consulados de países europeos y EEUU para emigrar.

Es especialmente pertinente para interpretar estas tendencias los fenómenos de sobreeducación (Carnoy) por los cuales no solamente hay población altamente calificada que no consigue empleo (subutilización absoluta de capital educativo) sino también que esta población consigue empleos de bajos niveles de complejidad de la tarea y en condiciones precarias (subutilización relativa del capital educativo).  Es decir, producto de la sobreabundancia de altos niveles educativos, los empleadores ocupan los escasos puestos de trabajo que se generan aumentando la selectividad sobre los postulantes sobre la base de criterios educativos que no están nada relacionados con la complejidad o nivel de calificación de las tareas del puesto de trabajo. Ello genera, el llamado “efecto fila” ya explicado en la clase anterior: los títulos más altos no sirven para conseguir empleos adecuados en términos de calificación profesional del puesto,  sino solo para aumentar las chances de acceder a empleos no calificados o poco calificados, en condiciones precarias y con bajos niveles de ingresos.

En estas condiciones se genera un círculo vicioso autodestructivo: la desesperación por evitar perder posiciones en el mercado laboral lleva a la gente a aumentar su esfuerzo en obtener capital educativo, lo que lleva a aumentar el nivel de selectividad del mercado laboral, lo que aumenta de nuevo la propensión a incrementar el nivel educativo. Por supuesto, finalmente aquellos que no pueden sostener el esfuerzo de inversión en aumento del capital educativo (los más pobres) son los grandes perdedores de esta espiral autodestructiva, puesto que son desplazados del mercado de trabajo por los más educados, aún cuando los puestos de trabajo no exijan elevados niveles de calificación y educación.

Con el crecimiento de la economía desde fines del 2002 y el cambio de políticas económicas, el incremento de la protección sobre la producción local, el aumento del gasto público y la inversión pública, se han mejorado ostensiblemente los niveles de empleo. Justamente los primeros beneficiados en la expansión del empleo y creación de nuevos puestos de trabajo son los más calificados. Por lo que la tasa de desocupación del nivel de educación superior y universitaria descendió abruptamente al mismo tiempo que mejoraron los ingresos y salarios.

Sin embargo, hay que advertir que estas tendencias positivas tienen bases ciertamente endebles o al menos transitorias: el alto precio de las materias primas exportables (soja y petróleo) que posibilitan un elevado superávit fiscal y bajas tasas de interés internacionales que desestimulan la fuga de capitales y atraen la inversión. Hay que recordar, que el desarrollo industrial  y por tanto el impulso de base para la expansión del empleo, históricamente en la Argentina consume y no produce divisas (U$$) y por tanto depende en gran medida de la buena situación de los mercados internacionales para nuestros productos. Por ello se ha llamado a nuestro proceso de industrialización como “dependiente” tanto del financiamiento externo que requiere como de la tecnología que mayoritariamente utiliza.

TRABAJO PRACTICO (elija 1)

1)Piense en la trayectoria ocupacional y educativa de su familia: hermanos, padres y abuelos. ¿cómo entender las inversiones educativas que fueron realizando?

15 comentarios:

  1. Tomando el recorrido educativo de mi hermana, ella estudió la carrera de psicología en la UBA, carrera que le demandó 7 años. Una vez recibida, comenzó a mandar cv a distintas instituciones y empresas. Fueron muchas las veces en las que me comentó la gran cantidad de requisitos que se pedían: idiomas, posgrados, doctorados, especializaciones, publicaciones, exposiciones en congresos, asistencia a jornadas, etc.
    A los meses de recibirse, decidió dar el examen para la residencia, dado que eso le otorgaría un puntaje elevado y a su vez experiencia. Dado el examen, alcanzó entrar en la concurrencia, lo que significaba trabajar ad honorem por 5 años, sin embargo, el esfuerzo lo valía, dado que esto le daría oportunidades de un mejor empleo en el futuro y mejor pago.
    A su vez. Comenzó a estudiar el profesorado en psicología, siendo que eso aumentaría también se puntaje, así como abriría el abanico de posibilidades a capacitarse para mas trabajos.
    Volviendo a la concurrencia, había surgido la posibilidad hace un tiempo atrás, de presentar en un congreso las actividades que hacer con los niños en el hospital, teniendo que pagarse el viatico y la estadía. En este caso se repite lo anterior, también constituía un gasto, esfuerzo y dedicación, pero implicaba obtener un certificado que garantizara su presentación en un congreso, lo cual constituía un elemento importante para su carrera profesional a la hora de postularse para un trabajo.
    Todo lo dicho, me lleva a vincularlo con los textos de la unidad IV, en tanto se refleja el formarse y capacitarse cada vez más, en tanto en tanto la oferta de aspirantes a los trabajos aumenta, invirtiendo muchos años en estudios y sacrificando años sin trabajar, en vistas de apostar a un futuro en el que el esfuerzo se vea compensado por un buen trabajo y remuneración.

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  2. Desde el tema de la inversión en capital humano desde la educación y economía de los últimos cuatro siglo revolucionaron las esferas institucionales y estructuradas de la sociedad en el mercado y democracia desde el trabajo ,conocimiento ,educación impactando en el mercado laboral y profesiones ,esto se puede ver en el trabajo no registrado a largo plazo ,el problema para el mercado de trabajo carencia de los derechos y beneficios que provee la normativa para trabajadores en relación de dependencia ,empleo no registrado configura como inserción laboral precaria .Desde 1980 hasta 2007 según la taza de empleo no registrado aumento hasta 2004,descendiendo para el 2007.Desde 1980 a 2002,incremento en establecimientos pequeños 22 porciento unidades económicas medianas y grandes ,incidiendo en la construcción ,transporte ,almacenamiento ,comunicación,servicio domestico,en el 2003 hay mayor creación de empleo de servicios financieros inmobiliarios,alquileres,empresariales,enseñanza logrando que la industria y construcción reduzca puesto de trabajo. Todo esto se origina por el capital humano que deteriora cuando hay ocio,causando desempleo que daña habilidades,la libre elección de profesiones que dificultan la entrada en discriminatorio,asociaciones profesionales y organismos administrativos ademas de las bajas ganancias ignorándose las causas.bogado

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  3. El texto de Schultz introduce el concepto de “ capital humano”; en él no se tiene en cuenta al trabajador como sujeto portador de ésta categoría, sino que se apuesta a la mercantilización de las personas; la educación aparece como un bien comercializable.
    Educación, según esta visión, significará capital invertido en pos de una inserción al mercado laboral sin dificultades.
    Teniendo en cuenta el entorno social y familiar en relación a la inversión en capital educativo, nuestros padres veían a la educación como un progreso social . Sin embargo, lo que se observaba es que ellos con un mínimo de educación tenìan acceso al trabajo.
    Si bien a partir de los años ’60 y particularmente en los ’70 se produce un cambio en el àmbito educativo, en donde la educaciòn adquiere un significado puramente econòmico , y a partir de ello la necesidad de una mayor inversiòn educativa individual y social, las trayectorias educativas de los sujetos se encontraban atravesadas en muchos casos, por las historias familiares, arraigadas a costumbres que influìan sobre sus elecciones en cuanto a la educaciòn.
    Hago referencia a un familiar( puntualmente hermana), quien al concluir sus estudios secundarios a comienzos de los años ’70, y a pesar del incentivo familiar a continuar con estudios superiores, optò por ingresar al mercado laboral desempeñàndose como administrativa en diferentes entidades privadas y organismos estatales, actividades para las cuales no realizò casi capacitaciones, salvo alguna especìfica para la tarea desempeñada en organismos estatales.
    En èste caso es necesario mencionar que la teorìa del capital humano encuentra su primer problema o consecuencia cuando por parte de los capitalistas no realizan inversiòn en capital humano dado que no hay seguridad en su control a diferencia del capital fìsico; solo pueden mostrar interès en invertir los particulares deseosos de obtener un empleo superior y mejor rentado y los gobiernos que piensen en un beneficio general ( no es èste caso en particular abordado, dado que refiere a la etapa de la Dictadura Militar).

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  4. En el texto de Shultz se hare referencia a la teoría del capital humano en la que se ve a las capacidades y habilidades de las personas como un bien mercantil. En base a esto la educación es vista como una inversión que incrementa las capacidades productivas y que esto tiene frutos inmediatos en la obtención de un empleo, y por ende mejora los rendimientos y los ingresos monetarios tanto individuales como sociales. Sin embargo muchos investigadores descubrieron errores y limitaciones de esta teoría, dando a conocer ciertos fenómenos los cuales tratare de ejemplificar con casos concretos.
    Teniendo en cuenta la experiencia educativa de mí familia en particular puedo dar cuenta de los grandes cambios que hubo en las inversiones educativas. Por ejemplo mi abuelo paterno realizó la educación primaria completa y optó por abandonar en esa etapa sus estudios por motivos personales. Sin embargo, esto no le impidió entrar a trabajar desde muy joven a diversas fábrica, un hecho que presenta cambios enormes en la actualidad ya que en estos tiempos cualquier tipo de empleo requiere sin excepción el secundario completo para la inserción laboral de una persona, a pesar de que el conocimiento que se impartió en la escuela no sea específico del trabajo en cuestión y a veces ni siquiera relacionable con el mismo. Por otra parte, cabe destacar que en aquellos años en los que mi abuelo comenzó a trabajar (décadas del 60) se veía a la educación como algo valioso y que requería mucho esfuerzo, y era un hecho bastante general que aquellos que realizaban estudios superiores en esos años conseguían empleo de aquello para lo que se habían formado.
    Tal como menciona en su texto es a partir de la década de los 90 en la Argentina, que a pesar de las altas tasas de desempleo y precariedad laboral, la educación media y superior se expandió fuertemente, pero este aumento de capital educativo se vinculaba al evitar estar peor sociocupacionalmente. Es cierto que hoy en día cada vez son más las personas que ingresan a ciclos superiores de formación y obtienen títulos, pese a esto son muchos los casos en los que a pesar de tener el titulo no consiguen el empleo de aquello en lo que se perfeccionaron. Relacionado a este tema se encuentra los fenómenos de sobreeducación (Carnoy) por los cuales hay población altamente calificada que solo consigue empleos de bajos niveles de complejidad de la tarea y en condiciones precarias. Este fenómeno genera el “efecto fila” (Thurow) , en la que los títulos más altos solo sirven para aumentar las posibilidades de acceder a empleos poco calificados, ya que la empresa elige a aquellos que ofrecen mayor capital educativo aunque no vaya a ser utilizado en el proceso mismo del trabajo. Tal es el caso de mi hermano quien a pesar de ya estar recibido y tener buenas calificaciones en cada materia estudiada no logra conseguir un trabajo relacionado, ya sea porque los cupos están todos ocupados, o porque otra persona tiene una mayor nota que él o esta otra persona tiene cursos, especializaciones u otro conocimiento de idioma que a pesar de no afectar el trabajo en cuestión, se valora más el contar con estos conocimientos. Es hasta el dia de hoy que mi hermano se encuentra estudiando mientras que trabaja en un empleo que nada tiene que ver con lo que estudia. Sin embargo, a pesar de estos ejemplos algo desalentadores pero que no por ello dejan de formar parte de la realidad, hay actualmente muchísimos casos en los que sí se consigue trabajo una vez obtenido el título de la educación superior realizada. Mencionaré el caso de mi prima quien al culminar la carrera de derecho consiguió empleo en un estudio jurídico y actualmente el mismo estudio le sustenta económicamente un curso para que se continúe especializando en ciertas áreas particulares.
    Dado estos ejemplos se puede ver grandes cambios en las inversiones educativas de las personas, pero es necesario tener en claro que la situacion no es igual para todos, y que en cuestion educación la situación cambia constantemente por el mismo contexto dinámico en el que vivimos.

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  5. Ponce, Cecilia- T.P 4
    Según Schutz, con respecto al crecimiento económico desde la teoría del capital humano que requiere de una migración interna de los trabajadores, comento que, tanto mi padre como mi madre han migrado en busca de mejoras laborales. Ambos vivían del trabajo en el campo, pero cuando tuvieron la oportunidad, se movilizaron hacia Buenos Aires. Esto lo puedo relacionar, en sentido económico, con que los jóvenes se movían con mayor facilidad que los mayores y se puede ver desde el punto de vista de una forma de inversión humana, los costos de migración. En cuanto a su escolaridad, mi padre, a mediados de los ´50, solo completó primer y segundo grado de la educación Primaria, pero debía trabajar en el campo junto a sus padres y ayudar en la crianza de sus hermanos, por lo cual, no siguió estudiando, sin embargo, eso no fue motivo para quedar excluido en el mercado laboral, que a diferencia de los tiempos en que vivimos, es cada vez más complicado insertarse al mercado laboral sin tener el Secundario completo. Igualmente esto está ligado a las posibilidades de acceso a niveles Superiores de formación que no era tan común en aquella época y si, a partir de los ´90.Mi madre, en los años ´60, solo completó el nivel Primario. Debe tener que ver esto con las diferencias reales en la productividad relacionadas con una forma de inversión humana que es la educación.
    Esta sería una de las categorías de las cinco en las que se enfoca el autor: “La emigración de individuos para ajustarse a las cambiantes oportunidades de trabajo” y esto hace la mejora de la capacidad humana. Por otro lado, mi madre al llegar a Buenos Aires, pudo acceder a emplearse en una fábrica, lo cual requería de inversiones sustanciales y, al ser joven, podía afrontar dichas inversiones porque el período restante de recuperación del capital invertido era extenso. Esto incrementaba notablemente la productividad.
    En el texto sobre las encrucijadas de la educación y la economía se analizan los cambios en los procesos económicos del último cuarto de siglo que revolucionaron el mundo del trabajo, el conocimiento y la educación. Siguiendo con el ejemplo de mi madre, en el ya mencionado contexto, son los cambios que hubo, por lo cual tuvo que capacitarse, ya que era importante que fuera adquiriendo la formación básica de tipo profesional y científica que se menciona en el texto, que servía para valorizar más las competencias genéricas y transversales a muchos procesos de trabajo tendientes a valorizar la capacidad potencial de aprendizajes diversos que los saberes específicos efectivos.

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  6. ANABELA COSTANZO
    A mi forma de ver las inversiones educativas fueron cambiando con el paso de los años. Es fácil observar como en épocas precedentes no era indispensable tener ningún título, incluso ni siquiera el título primario para poder progresar y tener un buen pasar económico. Hoy en día, tal como dice Schultz “La mejora de la capacidad humana es el objetivo de la inversión en capital humano”, es decir, que si bien antes se realizaban inversiones del tipo material para poder incrementar las ganancias, hoy en día la inversión debe realizarse en el recurso humano que será el que genera que el aumento de las ganancias y el progreso.
    Hoy en día se ve como el costo de oportunidad de elegir estudiar en vez de trabajar hace que uno esté invirtiendo a futuro en su rendimiento y que lo que se sacrifica sea inferior a lo que se ganará. Si bien “la pérdida” se da en tiempo presente, “la ganancia” se da en el futuro, esto no hace que uno no decida invertir en capital humano.
    Si yo pienso en la educación de mi padre, él sólo tenía el nivel primario terminado y se insertó sin problema en el mercado laboral, obviamente sufría los vaivenes de la economía como cualquier habitante de la República Argentina que transitó su vida y vivió en la década del ochenta y también en el año 2000. Yo me pongo a comparar con mi situación y no se me ocurría no seguir luego de la primaria la secundaria, y a la vez luego de la secundaria el proyecto continuaba. Hoy en día siendo profesora opté por continuar estudiando para así poder incrementar el abanico de posibilidades en el mercado laboral. Es decir que la inversión que realizo en educación es muy superior a la que realizó mi padre y esto me remite a relacionarlo con el “credencialismo”, ya no es suficiente un solo título para poder obtener un buen trabajo sino que se realiza un círculo en el cual para superarse hay que obtener otro título, otro título…..la inversión en capital humano es cada vez mas creciente.

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  7. Tanto los profesores de inglés, como de danza o música que durante los años 70 pudieron recibir una educación privada que los habilitaba a tomar cargos en educación si anexaban el título de maestros o profesores fueron incorporados a los planteles de docentes de materias especiales. Sin embargo esto se produjo solamente hasta comienzos de los ’90 cuando los tribunales de calificaciones de la prov. De Bs As cambian la normativa de selección y solamente permiten acceder a cargos a quienes posean un título de nivel superior. Podemos relacionar esta situación de devaluación de las acreditaciones otorgadas por conservatorios o centros culturales de idioma devaluando de esta manera las posibilidades laborales de las personas que habían invertido en educación, como diría Schultz, quien considera la educación como un bien mercantilizado. R. Dore menciona al respecto que en la medida que se masifican las ofertas de trabajadores con altas calificaciones, aumenta la competencia entre ellos y se abaratan los salarios ofrecidos. Así, los empleos mejores pagos tienden a estar mejores pagos entre aquellos que pudieron invertir más en educación.

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  8. Las teorías de capital humana desarrolladas a partir de los años '60 conllevaron a la mercantilización de los sujetos como portadores de capacidades intelectuales que requieren de la especialización laboral, alegando la supuesto quiebre de la desigualdad de oportunidades, pero es una lectura basada en la meritocracía educativa generando unicamente del mantenimiento del sistema capitalista y sus dinámicas de creación de masas de desempleo. Se piensa así, a la educación desde un plano economicista, una inversión de los sujetos para el progreso de su vida individual como el funcionamiento del orden social general. Sin embargo, la critica posterior sostiene que la especialización se limita a mantener un orden de clases, ya que la gradualidad de los títulos esta cada vez más lejano para determinados estratos sociales.
    Dentro de mi núcleo familiar, mi tía (enfermera auxiliar) alude que su título de agente de salud auxiliar no es suficienta para mantener su trabajo, ya que la empresa comenzo a reclamar licenciados en enfermería. Aquí queda explicita la gradualidad de la especialización, la falta de "inversión" puede llegar a ser ajena a las circunstancias concretas de los individuos y de la experiencia de estos en el campo laboral (con respecto a la experiencia, como afirma Blaug, los títulos tienen poco que ver con el rendimiento efectivo en el trabajo, a pesar de lo cual las empresas los utilizan como criterio importante de decisión al incorporar personal). Distinto es el caso de mi hermano: cuando concluyó la licenciatura en ciencias sociales, tuvo que anotarse en el profesorado ya que no conseguía trabajo con su titulo de licenciado. Así, tuvo que invertir en cursar las materias del profesorado y poder ajustarse y abrir las posibilidades en cuanto al mercado laboral de su disciplina. Amplió, desde las oportunidades concretas que tuvo, su capacidad de producción a partir de la inversión intelectual con un modus similar a la del concepto de capital humano: el desarrollo de las capacidades internas, mercantilizandose a uno mismo y luego aportando al sistema educativo el cual seguirá el mismo cauce.

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  9. Tomando como referencia el texto de schultz, en el cual apela a la teoría del capital humano; se puede ver al sujeto como una mercancía más, la persona humana es tomada como un objeto producto de la cosificación, ya que es tomada como un producto de competencia dentro del mercado laboral, lo cual implica a su vez, una inversión en educación, capacitación, etc por parte de la persona individual.
    El autor demuestra que la educación no implica un gasto sino una inversión que tiene un importante recupero en el futuro. La educación aumenta las capacidades productivas y mejora los rendimientos individuales y de la sociedad.
    Sin embargo este no fue al caso de mis abuelos, quienes nacidos en las zonas rurales, alcanzaron la educación primaria, la cual fue suficiente o casi innecesaria para realizar sus tareas rurales. La educación más valiosa según afirman ellos era la recibida en sus propias casas, incluyendo valores y los conocimientos necesarios para desempeñar sus tareas.
    Luego, cuando tuvieron la posibilidad de movilizarse y establecerse en la ciudad, se desempeñaron como obreros en fábricas, por lo cual su paso por las instituciones educativas no era un requisito fundamental para formar parte del personal.
    Sin embargo, en las últimas décadas, el valor que se le adjudico al capital humano y todo lo que ello implica dio un giro radical, ya que para todo puesto de trabajo es excluyente (en muchas ocasiones) contar con cierto nivel educativo (secundario, universitario, o incluso superior). Esto se debe a que cada postulante es a la vez un objeto de competencia dentro del mercado laboral. Hoy en día se requiere un alto nivel educativo para realizar tareas sencillas o que no guardan relación con el título obtenido. Esto genera a su vez un problema llamado por Carnoy como sobre educación provocando que aquellos que deseen un puesto de trabajo inviertan cada vez más en su educación para así lograr ser incorporados a puesto acordes a los conocimientos adquiridos y además evitar desempeñarse en puestos bajos o precarios. Esto da como resultado el fenómeno desarrollado por Thurow: el efecto fila, en el cual se abren cupos limitados de puestos de trabajos, los cuales son ocupados por personas que posean un “buen curriculum”.

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  10. La mercantilización de la mano de obra (trabajo) y de la educación son dos fenómenos que se retroalimentan generados por el avance del capitalismo en procura de la maximización de los recursos. Una clara contraposición entre, como dice Schultz, las creencias y valores como seres humanos que nos impiden vernos como bienes de capital y los valores del capitalismo en donde todo tiene que ver con el lucro. La inflación educativa actual esta relacionada con la visión de que las personas inviertan en sí mismas para mejorar su capacidad como capital humano. Y si bien, esa inversión amplia nuestros márgenes de libertad de elección para mejorar nuestro bienestar, también el sistema genera nuevas necesidades que hace que esa inversión sea insuficiente. Sin el crecimiento y desarrollo del capital humano todo se reduciría a trabajo manual y duro, con el crecimiento y desarrollo del capital humano de aquel que puede invertir en sí mismo, todo se reduciría al sostenimiento de una gran desigualdad social, porque son las condiciones de la estructura las que en definitiva condicionan el desarrollo del capital humano.
    En el seno de mi familia de origen tengo una muestra de cada uno de los casos aludidos en el texto “El mercado de trabajo”. Mi abuela emigro de su provincia natal hacia Bs.As a la corta edad de dieciséis años buscando mejoras en su situación laboral y socio-económica. Ella en Santiago del Estero trabajaba en el campo junto a su familia y tenía tercer grado terminado de la educación primaria. Acá en Bs As consiguió trabajo como empleada doméstica, tuvo una hija y su empleo le permitió costear los estudios de mi madre hasta terminar su escuela secundaria como perito mercantil. Este antecedente académico promediando la década del 60´ le otorgo la posibilidad de elegir un empleo bien pago como empleada administrativa de una pequeña fábrica y distribuidora de juguetes. Mi padre, el mayor de tres hermanos tuvo que salir a trabajar a los 12 años para mantener a su familia muerto mi abuelo. Trabajaba en cuanto comercio del barrio necesitara una changa y acompañaba como ayudante a la gente allegada que tenía un oficio. Cumplida la mayoría de edad consiguió empleo formal en una ferretería industrial. Ambos en sus trabajos fueron consiguiendo mejores salarios y escalas de calificación, no por acumulación de acreditaciones sino por la capacidad de respuesta ante diferentes contextos, por sus “capacidades transversales”. A fines de la última dictadura militar con la destrucción del aparato productivo nacional y los nuevos modelos de reorganización de las empresas quedaron los dos desempleados por la sobrecalificacion para el puesto que desempeñaban. El aumento de la capacitación aumenta la empleabilidad pero también hace que aumente la selectividad del mercado laboral.
    Finalmente mis primos y yo somos en tercera generación de este relato quienes logramos acceder a niveles de educación terciaria y/o universitaria promovidos por las experiencias de nuestros padres y movilizados por un mercado laboral altamente competitivo en cuanto a las “competencias/habilidades” que se solicitan en términos de eficiencia y en cuanto a premiación diferenciada de méritos.

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  11. Emparentando la servidumbre del sistema educativo a las élites y clases poderosas, así como también la inconexa conclusión de que al insertar personal calificado habría mayor productividad en una empresa, fuera cual fuere su rama; y enlazando esto con la meritocracia donde estamos inmersos, obtener un título va más allá del adquirir conocimientos conceptuales y herramientas prácticas y/o lógicas para utilizar en pos del bien común en cualquier empresa que llevemos a cabo. Este “esfuerzo” es premiado por el esfuerzo mismo, no tanto por los saberes prácticos que capacitan a un sujeto social educado, más bien es el comúnmente llamado “chapeo” aquél que nos determina en nuestros ambientes laborales para escalar escalafones. Recuerdo cómo a mi tío le exigían cómo mínimo el saber tres idiomas para ocupar una gerencia. Asimismo, a mi hermano cómo le obligan (extorciones para que no pierda su puesto) a hacer cursos que ofrece la empresa en un ciclo de talentos que lleva a cabo anualmente, según lo cual: si no cumple con tales requisitos (cumplimentar un mínimo de tantos cursos), su sueldo podría no contemplar premios atados a ese cumplimiento, dado el rango que ocupa en la empresa. Esto no sucede con mis abuelos, ambos obreros en distintas ramas, empleados uno en la construcción y otro en un comercio. Su único “mérito” es valerse de ellos mismos y sus capacidades laborales para obtener su ganancia. Ninguno fue a la universidad y a tientas si alcanzaron a terminar el secundario. Tal generación en mi familia experimentó lo que una de las compañeras muy bien detalló, las “capacidades transversales” para adaptarse a los diferentes contextos sociales en sus respectivas labores. Así fue desde sus tiempos hasta las crisis más cercanas. En cambio, aquél sistema de méritos es un esfuerzo constante, no se premia sólo el título obtenido, ya que al tener más insignias colgadas en el uniforme más probabilidades habrá de conservar un puesto de trabajo. En el caso otro hermano, al ser universitario con posgrados y cursos certificados pudo mantener su fuente de trabajo en este último tiempo, donde las empresas comenzaron a reducir personal para recortar salarios, ya que la productividad, la cual notamos no está encadenada a un sistema de méritos ni a cualidades del personal, era menor que antes dado un período de transición por el cual estamos pasando en estos momentos.
    Tal incertidumbre también la noto en la fábrica donde trabajan mis primos, donde los operarios, todos con estudios secundarios completos o incompletos, aunque con distintas actitudes para el trabajo, son extorsionados constantemente con “la empresa necesita reducir personal” para que se esmeren y compitan entre ellos, cruentamente, para sostener sus fuentes de ingresos. Así, arriba como abajo se dan estas estrategias que consolidan el sistema educativo como fiel siervo del capitalismo y sus élites.

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  12. Visto desde un contexto macroeconomico,la Teoria del Capital Humano,refleja un sistema de credenciales y acreditaciones que adquieren los sujetos y las empresas utilizan como medio para seleccionar personal.
    Si esta teoria se observa desde un contexto microeconomico;muestra la importancia de promover la incorporacion de conocimiento ,como herramienta que permite el desarrollo de una mejor produccion y mayor competividae.Sobre todo favorece al trabajador independiente y a la pequeñas empresas.(pymes)
    Relacionando este tema con el trayecto educativo de mi familia y la influencia de la economia,cito el ejemplo de mis padres;ellos vinieron del interio del pais a Buenos Aires,en busca de un mejor standard de vida.Terminaron sus estudios secundarios,en un contexto economico del pais donde habia demanda de mano de obra.Por razones economicas no podian afrontar una carrera universitaria; pero no obstante se prepararon,cada uno en areas diferentes de oficios que le permitieron trabajar en forma independiente y obtener buena remuneracion.El conocimiento que ellos adquirieron se convirtio en herramienta de trabajo(obviamente versatil).

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  13. Visto desde un contexto macroeconomico,la Teoria del Capital Humano,refleja un sistema de credenciales y acreditaciones que adquieren los sujetos y las empresas utilizan como medio para seleccionar personal.
    Si esta teoria se observa desde un contexto microeconomico;muestra la importancia de promover la incorporacion de conocimiento ,como herramienta que permite el desarrollo de una mejor produccion y mayor competividae.Sobre todo favorece al trabajador independiente y a la pequeñas empresas.(pymes)
    Relacionando este tema con el trayecto educativo de mi familia y la influencia de la economia,cito el ejemplo de mis padres;ellos vinieron del interio del pais a Buenos Aires,en busca de un mejor standard de vida.Terminaron sus estudios secundarios,en un contexto economico del pais donde habia demanda de mano de obra.Por razones economicas no podian afrontar una carrera universitaria; pero no obstante se prepararon,cada uno en areas diferentes de oficios que le permitieron trabajar en forma independiente y obtener buena remuneracion.El conocimiento que ellos adquirieron se convirtio en herramienta de trabajo(obviamente versatil).

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  14. La generación anterior a la de los abuelos percibía la educación como un gasto y no podía asociarla con la idea de futuro, solo como una actividad que restaba un par de manos para trabajar, para alimentar a la familia,pero desde la visión de la generación de los abuelos es la educación sinónimo de oportunidad y progreso, por un lado, tratandose de la realidad social y política de nuestro país, con las reformas que cambiaron para siempre el panorama y la universidad obrera (actualmente U.T.N) se acercó la educación, al trabajo y permitió ver más allá del día a día. Esto provocó un cambio en la percepción de la educación, buscar el mejor colegio, para sumar mejores conocmientos, mejor nombre para respaldar y dar status y así seguir escalando, en el tiempo, con el fin de llegar a la universidad y lograr un título (abogada en este caso particular). En la generación que le siguió a la profesional, el nombre propio de la institución educativa tomo más importancia y dejó de ser opción no tener un título universitario.

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  15. TP 4

    En cuanto a la trayectoria educativa de mi padre, no pudo continuar con sus estudios secundarios porque debía trabajar para poder ayudar a mantener a sus hermanos, madre y padre. Durante los años ’80 mi abuelo que trabajaba en una fábrica y no tenía más que los estudios primarios, no le alcanzaba para poder mantener a todos sus hijos, por la situación que se vivía en esos años, un incremento en el cierre de fábricas, y un mayor aumento en los gastos sociales de consumo mínimo para una familia tipo. Entonces mi papá tuvo que abandonar la escuela y conseguir algún trabajo, el primero que consiguió fue en un puesto de diario, en el cual mucho no le exigían, más allá de saber reconocer que tipo de revista o diario debía vender, pero no tuvo más restricciones de parte del empleador, a diferencia de ahora como por ejemplo mi hermano que todavía no termino sus estudios secundarios, no puede conseguir trabajo por esa dificultad.
    Con las trayectorias expresadas en cuanto al concepto de capital humano dicho por Shultz hace referencia a las capacidades y habilidades de las personas como un bien mercantil, pero esto se ve en la actualidad como todo un mito ya que cada vez mas no importa cuanta inversión en educación se haga porque como el vertiginoso ritmo del cambio técnico y científico produce una permanente obsolescencia de las calificaciones educativas conseguidas ene l pasado, como por ejemplo la “enfermedad del diploma” lo cual afecta y afectara a todos los estudiantes de una carrera a poder conseguir un empleo y como explicación instalo Blaug la llamada teoría de las “señales” que dice que los empleadores no esperan para incorporar a sus empresas a personales más capacitados y más educados por la productividad y eficacia que estos pueden aumentar, sino que todo lo contrario los toman justificando con sus títulos alcanzados para tomar personal y deshacerse de los otros, aunque esto no cambie su productividad, lo hacen solo para incorporar y así los que tuvieron la posibilidad de estudiar, invertir mejor en su educación tienen mayores posibilidades de ser elegidos, mientras que los que no pudieron quedan desplazados de un puesto de trabajo y aquí se produce el “efecto fila” ya que los que no pudieron realizar mayores inversiones educativas se colocan en la fila de desempleados debido a que la inversión educativa simplemente facilita la selección de personal de las empresas.
    María Marcial.

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